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El 28 de junio se acabó la temporada para Nadal. Una rotura en un tendión de la rodilla y el síndrome de Hoffa le han obligado a transitar por el desierto. Pero antes le dio tiempo para ganar su séptimo Roland Garros y amargar también a Djokovic en Montecarlo y Roma. En Australia había perdido la final ante el serbio, que ha terminado el año como número uno tras ganar la Copa Masters. El lugar del manacorí en el corazón de los españoles lo ocupó David Ferrer, que cuajó su mejor campaña. Siete torneos (incluído París-Bercy) y 76 victorias le avalaron como el tenista más productivo del circuito. Solo le faltó llevarse un ‘grande’.
Federer reverdeció sumando siete victorias en Wimbledon y recuperando el primer puesto en la ATP. Murray le devolvió la moneda en el mismo escenario del All England Club pero en los Juegos y además conquistó su primer Grand Slam en el US Open. España no pudo revalidar la Copa Davis, que se quedó en la República Checa. En féminas, Serena Williams, Azarenka y Sharapova se repartieron los laureles.
