14 Abril 1931 - España amanece Republicana

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Apellido Tricolor

Apellido Tricolor

El 14 de abril en los genes

DIEGO BARCALA

Los descendientes de los grandes personajes de la II República reivindican el papel de sus antepasados en la llegada de la democracia a España en 1931

España no parará hoy, 14 de abril, para conmemorar la llegada de la democracia en 1931. El jefe del Estado no pondrá medallas, los estudiantes no leerán artículos constitucionales en el colegio y el presidente del Gobierno no citará a sus predecesores. El recuerdo de la II República sigue maltratado 80 años después de la ilusión de aquel día que sólo los más ancianos todavía evocan. En algunos hogares repartidos por Madrid, París, México y Alcalá de Henares la percepción es muy distinta. A los descendientes de Manuel Azaña, Juan Negrín, Fernando de los Ríos, Claudio Sánchez-Albornoz o Julián Zugazagoitia la sangre les corre tricolor por genética.

«La República fue un intento de modernizar», dice la sobrina nieta de Azaña

“Los turistas que vienen aquí enfrente a visitar la casa de Cervantes pasan de largo. Y los que paran dicen cosas que es mejor no escuchar”, expone María José Navarro Azaña, sobrina nieta de Manuel Azaña (Alcalá de Henares 1880 - Montauban 1940). La familia del fundador de Izquierda Republicana sigue viviendo en el hogar alcalaíno de los Azaña. La casa fue recuperada por los descendientes del presidente republicano en 1950, después de que los franquistas la confiscaran y saquearan para albergar la sede de Falange Española. El sello con el yugo y las flechas permanece en los libros antiguos que no les interesó robar.

El apellido Azaña fue vilipendiado durante la dictadura sin piedad. “Cuando iba de pequeña a clase de Religión siempre preguntaban quién era la que se apellidaba Azaña para criticar lo que en mi opinión fue un intento de modernizar España. Yo siempre decía: ¿saben que en mi casa hay una capilla?”, relata María José. En los últimos años se ha dedicado a leer las obras de su tío abuelo en las estancias de la casa que él mismo ocupó.

“Una vez vino aquí, a esta casa, un familiar de la duquesa de Alba a hablar con mi madre y mi tía para preguntar qué se iba a hacer con los restos de Azaña. Ellas le dijeron que en caso de venir sería como jefe del Estado y que él había expresado su deseo de quedarse donde muriera. Se fue y a los pocos días regresaron a España los restos de Alfonso XIII” en 1980, recuerda. La tumba de Azaña en Montauban es un lugar más de peregrinación de los que acuden a recordar el exilio republicano. “El cruce de la frontera fue muy emotivo. Mi tía Pepita siempre recordó que tuvieron que bajar del coche y cruzar a pie mientras la gente levantaba el puño en alto”, rememora.

«Mi abuelo quiso el traslado de sus restos», explica la nieta de De los Ríos

La pena en la distancia fue también la que le tocó vivir a la familia del ministro republicano Fernando de los Ríos (Málaga 1879 - Nueva York 1949), que se exilió con su familia a EEUU. “No soy muy partidaria de las conmemoraciones y sí más de las acciones. No echo de menos los homenajes a mi abuelo, que durante tanto tiempo ha sido intencionadamente ignorado”, reflexiona Laura García-Lorca de los Ríos, nieta del gran intelectual socialista.

“En la familia hemos tenido dos maneras de entender nuestra herencia intelectual. Desde el punto de vista de la parte De los Ríos, por el impulso a la Institución Libre de Enseñanza, y también por el compromiso con el proyecto republicano de los García Lorca”, describe Laura. En el recuerdo familiar hay hueco para una heroína. Su tía María Troyano de los Ríos que, tras el exilio de la familia, se quedó en España recuperando los libros del ministro que consiguió enviar a Nueva York. “Fue una mujer muy valiente”, señala.

Los restos de Fernando de los Ríos fueron trasladados en 1979 al cementerio civil de Madrid desde Nueva York. “Fue su deseo explícito, por el que no dio ninguna explicación. Es un asunto personal como el que también nos ha llevado a no trasladar a mi otro abuelo, que no quiso nunca volver al que llamaba maldito país, o a no mover a quien creemos le gustaría estar donde está”, explica en referencia al poeta Federico García Lorca, supuestamente enterrado en una fosa común en Alfacar (Granada).

«Los bisnietos son todavía más radicales», advierte Carmen Negrín

Frente a los hijos de los exiliados que heredaron el silencio en casa al hablar del pasado, los nietos se han preguntado por la verdad. “El exilio es una sensación que se tiene cuando se deja de luchar”, explica Carmen Negrín, nieta del último presidente republicano, Juan Negrín (Las Palmas de Gran Canaria 1892 - París 1956). “España tiene un problema con su historia que le impide recordar no sólo a mi abuelo sino a los guerrilleros, a los que estuvieron en los campos de concentración o a los que lucharon contra el fascismo”, señala Carmen, que convivió diez años con su abuelo.

“Le conocí durante una edad de mucho aprendizaje”, advierte. Y añade: “Yo soy más radical que mi padre y vienen los bisnietos que, como no se avance, serán todavía más radicales”. “No se puede transmitir de esta manera el espíritu del 14 de Abril. Cuando veo la serie de La República en Televisión Española Internacional me pregunto por qué parece que todo fue para llorar. Representaron el debate del voto a las mujeres como si los políticos se tuvieran que esconder para entrar en el Congreso”, ejemplifica.

Carmen asegura que su abuelo siempre fue “partidario de la reconciliación, aunque se excluía a él mismo”. La nieta del doctor Negrín incorporó su apellido a la causa abierta en la Audiencia Nacional que investiga los crímenes del franquismo. “Es un asunto que acabará en Estrasburgo”, vaticina vía telefónica desde París.

«A diferencia de mi padre, no soy religioso», dice el hijo de Sánchez-Albornoz

Los grandes apellidos republicanos no tuvieron privilegios para evitar la represión franquista. El violento enemigo golpista les persiguió en busca de su eliminación. El padre de Nicolás Sánchez-Albornoz consiguió huir antes de que la Gestapo le detuviera al sur de Francia. El historiador Claudio Sánchez-Albornoz (Madrid 1893 - Ávila 1984), militante de Acción Republicana, que presidió el Gobierno republicano en el exilio entre 1962 y 1971 huyó a Francia con su familia al inicio de la Guerra Civil “hasta la entrada de los alemanes”, como recuerda su hijo Nicolás, que vive en Madrid.

“La Policía francesa avisó de que la Gestapo iba a ir a buscarle porque tenían una lista de los franquistas con personajes a los que buscar y consiguió escapar a Argentina”, recuerda Nicolás, que regresó a Madrid al acabar la guerra. Más tarde, en 1947, fue detenido por una revuelta estudiantil y condenado a trabajos forzados en las obras del Valle de los Caídos. Allí protagonizó la fuga que Fernando Colomo recordó en la película Los años bárbaros. “Dentro de una continuidad de tolerancia, yo soy ideológicamente más radical que mi padre. Por ejemplo, yo no soy religioso”, explica Nicolás, también historiador.

El que no tuvo la suerte de escapar de la Gestapo fue el periodista Julián Zugazagoitia (Bilbao 1899 - Madrid 1940). “Fue detenido en París. De ahí le llevaron en coche a Irún y en Madrid fue fusilado después de un juicio sumarísimo cuya condena queremos anular”, detalla vía telefónica desde México su nieto José María Villarias Zugazagoitia. “Mi madre nunca habló de esto y la generación de los nietos queremos saber la verdad”.

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