Pueblos de Castilla-La Mancha, turismo rural por excelencia para viajar a tu mundo interior
Jorquera © Turismo de Castilla-La Mancha / David Blázquez

Pueblos de Castilla-La Mancha, turismo rural por excelencia para viajar a tu mundo interior

Luis M. García

Visitar Castilla-La Mancha es sumergirse en el mundo rural, en bellos parajes naturales que conviven con una amplia oferta patrimonial, cultural y gastronómica. La región huele a campo y a trigo, sabe a origen y a tradición, suena a dichos de antaño, y rezuma sosiego, para que puedas desconectar de verdad y viajar a tu mundo interior.

Castilla-La Mancha es el turismo rural por excelencia. Las cinco provincias de la región mantienen la esencia de sus orígenes desde siempre porque sus gentes han querido y han sabido mantener las tradiciones. Como Alonso Quijano, que enloqueció y se convirtió en caballero andante tras leer tantas novelas de caballería, y abandonó sus quehaceres de hidalgo manchego para lanzarse a protagonizar la gesta más hermosa y alocada de la historia de la literatura universal. Su ejemplo ha inspirado a muchos otros locos cuerdos, muchos quijotes y dulcineas que siguen presentes en Castilla-La Mancha y regentan una casa rural en los Montes de Toledo o son ganaderas o artesanas en pueblos de la Sierra del Segura o de la extensa llanura manchega... El mismo espíritu sigue vivo en tierras castellano-manchegas y en sus gentes.

Castilla-La Mancha es un lienzo pintado con intensos colores, salpicado por el blanco y el añil de sus pueblos, por la piedra y la pizarra y los tonos cálidos de sus impresionantes atardeceres. Es cuna de mujeres y hombres afables y cercanos, que encarnan la vuelta al origen, a lo auténtico, a ese espíritu quijotesco. Por eso el visitante encuentra en cada rincón a gente alegre y soñadora que se empeña en mantener viva la esencia de lo rural.

Si quieres alejarte del ruido y las prisas, Castilla La Mancha regala remansos de paz ideales para desconectar de verdad, lugares que no pueden dejar de visitarse.

Guadalajara, para olvidarse del ruido y del tiempo
Pastrana © Turismo de Castilla-La Mancha / David Blázquez

Guadalajara, para olvidarse del ruido y del tiempo

La provincia de Guadalajara alberga lugares de un interés excepcional. Desde la monumental Sigüenza, con su catedral románica y su castillo del siglo VIII -hoy Parador de Turismo-, hasta los Pueblos de la Arquitectura Negra, conectados por carreteras serpenteantes que dejan a la vista un espectáculo único. A lo largo de esta ruta se atraviesa literalmente la frontera del silencio y el visitante se olvida del ruido y del tiempo. Conexión plena con la naturaleza, con la arquitectura popular y con el aliento del marcado carácter hogareño de sus gentes. Una escapada muy recomendable para olvidarse del estrés del día a día.

Es también de visita obligada en Guadalajara el municipio de Molina de Aragón, al nordeste de la provincia, con su impresionante casco urbano medieval; o Torija, a las puertas de la Alcarria, que tan sumamente bien describió Camilo José Cela en su viaje literario. Qué decir de Pastrana, donde residió la princesa de Éboli; y Trillo, a orillas del Tajo, donde la naturaleza en estado puro ofrece, además, unas apreciadas aguas termales.

Cuenca, de incalculable valor
Alarcón © Turismo de Castilla-La Mancha / David Blázquez

Cuenca, de incalculable valor

La provincia de Cuenca esconde paisajes pintorescos y una enorme riqueza patrimonial. Es cita obligada Belmonte, un tranquilo pueblecito conocido por su colegiata a los pies de un ingente castillo, que se encuentra en la carretera nacional que une Cuenca con Alcázar de San Juan (Ciudad Real) y es una de las fortalezas más hermosas y mejor conservadas de España.

En la serranía conquense toparás con parajes de incalculable valor, como Uña, Huélamo, Tragacete, Cañete o Huerta del Marquesado. Cuenca es una provincia de recursos ilimitados, y el visitante no puede dejar de lado Uclés y su monasterio; la plaza Mayor renacentista de San Clemente, o Huete, una pequeña población salpicada de casas señoriales en la Alcarria conquense. Alarcón, Iniesta y Villanueva de la Jara, en La Manchuela conquense, componen también un itinerario sin igual.

Ciudad Real, tierra de contrastes
Almagro © Turismo de Castilla-La Mancha / David Blázquez

Ciudad Real, tierra de contrastes

Adentrarse en Castilla-La Mancha es acceder a una provincia de contrastes con uno de los territorios más extensos del país, Ciudad Real, que ofrece verdaderas joyas a través de las que se puede conocer el carácter manchego y el patrimonio que tan magistralmente describió Cervantes. Empezando por Almagro, con sus calles empedradas y palacios nobles, a escasos 24 kilómetros de Ciudad Real. La plaza mayor de Almagro se llena de vida cuando el sol da respiro, y cada mes de julio tiene lugar el Festival Internacional de Teatro Clásico en bellos espacios escénicos, donde se representan clásicos del teatro del Siglo de Oro a la luz de la luna.

La comarca del Campo de Calatrava da paso a la señorial e imponente Villanueva de los Infantes, en el Campo de Montiel, repleta de tesoros arquitectónicos de una cautivadora identidad que tampoco faltan en localidades como Torre de Juan Abad (patria de Quevedo), Viso del Marqués y su palacio del Marqués de Santa Cruz; o los pueblos de Campo de Criptana y Herencia, con sus gigantes de grandes aspas en lo alto de sierras. Desde allí se puede contemplar la inmensidad de la llanura manchega a vista de pájaro.

Toledo, la cuna de Dulcinea
Sierra de San Vicente © Turismo de Castilla-La Mancha / David Blázquez

Toledo, la cuna de Dulcinea

La provincia de Toledo está llena de enclaves rurales de ensueño muy cerca de su imponente capital. Como Consuegra, con su castillo, en plena comarca de La Mancha; o Tembleque, a 56 kilómetros de Toledo, con su plaza mayor del siglo XVII declarada Bien de Interés Cultural, un lugar de descanso y de alto en el camino para reponer fuerzas.

Destacan también Ocaña y su monumental plaza de corte barroco, Oropesa y Escalona, ambas con sus majestuosos castillos. Y un clásico entre los clásicos: El Toboso. La tranquila población de la comarca de La Mancha es conocida internacionalmente por ser cuna de Dulcinea, la amada de Don Quijote. Los pueblos de las comarcas de la Jara y de la Sierra de San Vicente son otros destinos rurales idílicos que no dejan al viajero indiferente.

Albacete, para presumir en redes sociales
Alcalá del Júcar © Turismo de Castilla-La Mancha / David Blázquez

Albacete, para presumir en redes sociales

En la provincia de Albacete sorprende Alcaraz como uno de los Conjuntos Histórico Artístico más bellos de esta parte de la región castellano-manchega. Mención destacada merecen también Chinchilla de Montearagón, Hellín o Almansa y la Sierra del Segura, que favorecen el merecido descanso en pueblos situados en el entorno del nacimiento del río Mundo, como Yeste, Liétor, Letur o Riópar, Ayna, Molinicos, Nerpio...

En el otro extremo de la provincia, Alcalá del Júcar y Jorquera también aportan imágenes panorámicas que subirás directamente a tus redes sociales.

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© Turismo de Castilla-La Mancha / David Blázquez

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