¿Ha aumentado el hombre los riesgos?
La megapresa de las Tres Gargantas despierta polémica.
Celebrada por las autoridades chinas como una de las mayores obras de ingeniería de los últimos años, la gigantesca presa de las Tres Gargantas se asienta en el cauce del río Yangtsé y, según algunos expertos, podría contribuir a aumentar el riesgo de terremotos en una zona que registra de por sí actividad telúrica.
Construida sobre varias fallas en las que colisiona la placa tectónica indoaustraliana con la euroasiática, el enorme volumen de agua almacenado por la presa -39.000 millones de metros cúbicos- ejerce una presión sobre el terreno que inquieta a algunos geólogos.
Uno de ellos, Fan Xiao, fue uno de los especialistas citados por The New York Times en un artículo de 2007, en el que se describía el coste humano y los riesgos de la política de construcción de presas del Gobierno chino.
Este científico explicó entonces que el área en la que se encuentran los más de 630 kilómetros cuadrados del embalse -el equivalente de la superficie de Ibiza y Formentera juntas- tiene una "historia de fragilidad geológica".
"La peor situación que se podría dar sería un terremoto de gran alcance inducido por la presión del agua que va en aumento (al irse llenando la presa)", advirtió el geólogo.
La geofísica María José Jurado, del Instituto de Ciencias de la Tierra Jaume Almera, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, no es de la misma opinión.
Esta científica explicó a Público que "las obras humanas son simples arañazos en placas tectónicas capaces de formar cordilleras como el Himalaya".
Las construcciones humanas "pueden inducir microsismicidad, pero no un terremoto de esta magnitud", defendió. Para Jurado, hay que descartar que la presa haya podido provocar el seísmo.
Peligro de aludes
Si el riesgo de que este gigantesco embalse influya en la actividad sísmica de la región es objeto de divergencia, lo que los hechos ya han demostrado es el peligro de aludes y corrimientos de tierra provocados por el enorme volumen de agua que almacena.
Durante los 17 años que han durado las obras, las advertencias sobre este riesgo han caído en saco roto. Pero, en septiembre de 2007, un año después de su inauguración, el Gobierno chino se vio forzado a reconocer, en un foro celebrado en la ciudad de Wuhan, algunos de los peligros de los que los ecologistas llevaban años dando la voz de alarma.
Por ejemplo, los derrumbamientos. Apenas un año después de su inauguración, la presa había registrado derrumbes en 91 puntos a lo largo de 36 kilómetros.
Los expertos determinaron que los desprendimientos se debieron al gran peso que el agua ejerce sobre los muros del embalse y a las frecuentes fluctuaciones de su nivel.
Los corrimientos provocaron, según los científicos, enormes olas que causaron numerosos daños al romper contra las orillas.
Debido a estos desprendimientos, hubo que evacuar a 70.000 personas de las áreas consideradas más susceptibles de sufrir accidentes, y cerrar o trasladar 1.500 fábricas. Desplazados que se sumaron a los oficialmente 1,9 millones de chinos evacuados de los pueblos y ciudades ahora bajo las aguas. Sea peligrosa o no, los chinos que viven en la región tiene un miedo: que un terremoto reviente la presa y el agua lo arrase todo a su paso