Archivo de Público
Domingo, 4 de Mayo de 2008

La democracia se despide de Calvo Sotelo

Ciudadanos y políticos despidieron en el Congreso al primer ex presidente que fallece tras la Dictadura. Su sobrina, la ministra Mercedes Cabrera, lo definió como "una figura irrepetible".

LUIS CALVO ·04/05/2008 - 22:01h

Era un día grande. La Puerta de los Leones, abierta de par en par como en la ocasiones más solemnes, lo certificaba. Lo era, también, amargo. Ni los rostros, lúgubres, ni los trajes, de riguroso luto, se salían de un guión marcado por la tristeza. Hasta el cielo, radiante durante todo el día, dejó caer unas tímidas gotas mientras Madrid se despedía de Leopoldo Calvo Sotelo.

En los pasillos, las caras serias disimulaban los ojos llorosos. Muchos reconocían que habían perdido una referencia, la mayoría a un amigo. Durante toda la mañana, la nostalgia desfiló por la capilla ardiente del ex presidente.

El jefe de Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, hizo de maestro de ceremonias. Llegó al Congreso al límite de las diez acompañado de su mujer, Sonsoles Espinosa. Allí, minutos después, recibía al féretro y la familia de Calvo Sotelo. Junto a él, esperaban todos los poderes del Estado. Los presidentes del Congreso y Senado, José Bono y Javier Rojo, ponían cara al Legislativo mientras que Maria Emilia Casas, presidenta del Tribunal Constitucional, hacía lo propio con el Judicial. A unos metros, Félix Sanz, jefe del Estado Mayor de la Defensa, representaba a las Fuerzas Armadas.

Varios integrantes de las Mesas del Congreso y el Senado acompañaban a la comitiva. La cerraba la diputada conservadora Soledad Becerril, primera mujer en dirigir una cartera tras el franquismo y ex ministra del Gabinete de Calvo Sotelo. El silencio era total mientras una pequeña parada militar rendía honores al ex presidente.

Militares en el Congreso

Tras ello, ocho militares del Ejército de Tierra trasladaron el féretro, envuelto en una bandera española, hasta el Salón de los Pasos Perdidos. Soldados de los tres ejércitos y la Guardia Civil se turnaban para velar los restos mortales.

Era la primera vez desde que Tejero interrumpió la sesión de investidura de Calvo Sotelo, que militares armados entraban en el Congreso. La referencia era obvia y José Bono la aprovechó. En esta ocasión, explicó, han entrado "para rendir honores a la democracia y a la libertad que representó la Presidencia de Calvo Sotelo".

Una hora más tarde, el mismo dispositivo se repitió para recibir a los reyes y los príncipes de Asturias. Poco antes de las once cruzaban la Puerta de los Leones. El rey, serio y emocionado, colocó junto al cuerpo sin vida el Collar de la Real y Distinguida Orden de Carlos III. Otra medalla reposaba ya a los pies del féretro: la de Oro del Senado. Apenas se quedaron 20 minutos. Tras dar el pésame a la familia, abandonaron el Congreso.

Dentro quedaban 30 años de Historia. En la misma sala se apiñaban dirigentes de todos los gobiernos, incluidos casi todos los ex presidentes. La familia de Adolfo Suárez, representada por su hijo, y José María Aznar se acercaron para estar con la viuda y los hijos. Sólo faltó Felipe González, a quien un viaje impidió estar en la capilla ardiente. El otro gran ausente fue el presidente del Consejo General del Poder Judicial. Todos le esperaban. No llegó.

A las doce y media apenas quedaba ningún político en el edificio y las vallas se abrieron para el resto del público.

"Ha muerto un gran español"

Poco después la Casa Real difundió un comunicado, algo
inusual en caso de muerte de un personaje público. En él, el rey afirmaba: "Ha muerto un gran español, un gran hombre de Estado, un demócrata y una persona muy querida". Don Juan Carlos, destacaba además "la impagable contribución" de Calvo Sotelo a la Transición.

Fue el tono de casi todas las intervenciones. Por un día los partidos mayoritarios estaban de acuerdo. Mientras Zapatero reclamaba que era "un día para que la democracia llore a alguien que dejó mucho empeño para que vivamos en un país de libertades", Rajoy, por su parte, aseguraba que nadie podrá borrar el "magisterio, enseñanza e historia" de quien nos devolvió "la normalidad".

Mercedes Cabrera, ministra de Educación y sobrina de Calvo Sotelo, lo definió: "Se va una figura irrepetible".

Pero las declaraciones más cercanas fueron las de los amigos y compañeros de escaño en una España que despertaba a la democracia. Miguel Herrero de Miñón, Marcelino Oreja, Sabino Fernández Campo, Gregorio Peces Barba o Manuel Fraga transmitieron su afecto y admiración por el político.

La más emotiva, la de Adolfo Suárez Illana, hijo del antecesor de Calvo Sotelo. Reconoció que no le era posible transmitir a su padre, enfermo de Alzheimer, la noticia. "Si podría transmitirle la tristeza a través de los ojos, pero se lo voy a ahorrar", confesó.

Ayer, todos ensayaban. Aunque el protocolo trataba ordenar la ceremonia, los mecanismos son nuevos. Hasta julio del año pasado, tras la muerte de Gabriel Cisneros, no existía ningún plan para hacer frente a la muerte de personajes claves del Estado. Los soldados que llevarían el féretro subían y bajaban escaleras con una mesa a hombros. La alfombra de la entrada se puso y quitó varias veces... Todo salió bien.

La capilla ardiente permaneció toda la noche. Hoy, a las diez, el féretro saldrá rumbo al pueblo gallego de Ribadeo. Allí será enterrado en la intimidad y lejos de la política .