Brown aguarda el veredicto de las urnas en Londres
Una derrota del Partido Laborista en las municipales ahondaría la crisis del Gobierno.

El primer ministro Gordon Brown, de camino a casa tras votar ayer. REUTERS
El primer ministro británico, Gordon Brown, depositó este jueves sus tres papeletas en una mesa electoral de Westminster deseando que las x marcadas por el resto del electorado no le empujen aún más hacia el precipicio.
Era su primera cita con las urnas desde que el Partido Laborista le consagró como líder y jefe del Gobierno, sin oposición ni primarias, el pasado junio. Y la fecha del examen popular no podía ser más desafortunada.
Brown se tambalea en su cargo y no levanta cabeza desde hace seis meses. Esta semana admitió que ha cometido "errores" en su última reforma fiscal, que días atrás prometió modificar para aplacar una rebelión de sus diputados.
En la misma entrevista con la BBC, confesó que estaba "aprendiendo" a ser primer ministro, con "cientos de cosas pasando por el despacho cada semana".
El premier laborista tiene tiempo para recuperarse del bache pues no está forzado a convocar elecciones generales hasta el 2010. Ayer, la prueba de fuego se limitaba a Londres --donde 5,5 millones de personas pudieron elegir al alcalde y a los miembros de la autoridad municipal-, así como a un tercio de los municipios de Inglaterra y Gales.
Pero es la primera ocasión, con Brown en el Gobierno, que unos comicios ayudarán a perfilar la posición de los dos grandes partidos del Reino Unido: laborista y conservador. Desde el pasado otoño, reinan los tories en los sondeos de opinión.
Los resultados se esperan hoy, y ambos campos preparan ya su estrategia postelectoral. Será decisiva la actuación en Londres, donde el alcalde saliente, el laborista Ken Livingstone, se mide frente a frente al conservador Boris Johnson.
La perdida de la alcaldía en favor de los tories indicaría que el electorado quiere un cambio político tras ocho años de reinado de Ken el rojo y más de once años de gobierno laborista.
"Si perdemos, es malo"
Johnson es un periodista reconvertido a político, sin experiencia en las altas esferas de mando y con fama de payaso, que si entra en el Ayuntamiento enviará un claro mensaje al resto del país: los conservadores están listos para gobernar.
Su victoria equivaldría a un voto de confianza en el joven y elitista equipo, sin previa experiencia ministerial, que dirige David Cameron.
La situación contraria, con Livingston conservando su cargo, dañaría al líder conservador, quien resaltó esta semana en términos simplistas: "Si perdemos, es malo".
Cameron lleva dos años renovando el partido y subiendo puntos en los sondeos de intención de voto, pero si el electorado cosmopolita le da la espalda, el resto del país difícilmente aceptará su versión de la nueva derecha.
Una derrota en Londres dará espacio vital a Brown para centrarse en su programa de Gobierno y en medidas para afrontar la actual fase de incertidumbre económica. También en la polémica ampliación del periodo de detención sin juicio de los sospechosos de terrorismo de hasta 42 días.
La antesala de Downing Street
Para consolidarse como una fuerza con posibilidades reales, el Partido Conservador de David Cameron tiene que avanzar en el norte de Inglaterra, feudo tradicional laborista. En los últimos años, se han afianzado en el próspero sur del país, pero siguen con enormes lagunas en los núcleos urbanos industriales, como Liverpool o Birmingham.
Los laboristas parten desde una situación precaria. En 2004, en los comicios celebrados en los mismos distritos que ayer, quedaron en tercera posición, con el 26% del porcentaje de votos. Fue una humillante derrota del entonces primer ministro Tony Blair-propiciada por su postura sobre la Guerra de Irak-que, sin embargo, se tradujo en victoria laborista en las elecciones al Parlamento de Westminter, al año siguiente. Un nuevo retroceso en los comicios municipales puede esta vez allanar el camino de los conservadores hacia Downing Street.