"Me quedé sorprendido al ver que Rajoy no convence"
La televisión francesa Public Sénat, cadena parlamentaria del servicio público, estrenó ayer una nueva tendencia, al difundir en directo por cable satélite e internet el debate entre Mariano Rajoy y José Luis Rodríguez Zapatero, con traducción simultánea para el público galo
La experiencia se repetirá con ocasión del segundo debate, el 3 de marzo y el presidente de la cadena, el periodista Jean-Pierre Elkabbach, es taxativo al evaluarla: “como ciudadano europeo y mediterráneo, estos debates me interesan”.
Elkabbach, íntimo del poder desde hace treinta años y ahora considerado muy allegado a Nicolas Sarkozy, es igualmente taxativo en otro punto, sorprendente viniendo de un hombre de derechas: “Me quedé sorprendido al ver que Rajoy no convence”.
¿Por qué juzga interesantes los debates ZP-Rajoy hasta el punto de retransmitirlos en directo, con traducción simultánea para el público francés?
Somos la única televisión en hacerlo, pero creo que ello se debe más bien a la timidez de las otras emisoras del servicio público. Como ciudadano europeo y como hombre del Mediterráneo, estos debates me interesan porque la democracia española es hoy un modelo ejemplar. Es un acontecimiento de importancia internacional, como también lo son otros debates que hemos retransmitido, como los Berlusconi contra Prodi, o varios procedentes de la campaña norteamericana.
¿Ha tomado la temperatura de las reacciones del público francés?
Sí. El público ha manifestado por internet su interés. También es significativo que varios empresarios y hasta hombres políticos, como el ex primer ministro Jean-Pierre Raffarin, me hayan dicho que retransmitir debates españoles es una excelente idea.
¿Qué impresión le queda del primer debate? ¿Un ganador, un pronóstico?
Yo he visto un ZP con más carisma que Rajoy. Me extrañó ver que el debate estaba montado de tal manera, con tantos cerrojos, que los candidatos podían simplemente leer sus notas, aunque se engancharan a veces como fieras, eso sí leyendo sus notas. En un debate así, cada campo espera convencerse de la calidad de su propio candidato. Me quedé sorprendió al ver que Rajoy no convence, no tiene presencia. Y eso es importante. En Francia, por ejemplo, cada ciudadano, independientemente de su color político, espera que su presidente le represente bien en el interior y en el exterior.
En Francia están ustedes bien servidos con Nicolas Sarkozy...
¡Oh, bueno! Es un problema de reajustar la imagen. Sarkozy es un rupturista que dijo que quería revolucionar la presidencia. Quizá haya ido demasiado lejos. Lo conozco desde hace veinte años. Ahora está observando. Toma nota de lo que le dice la opinión. Y reajustará su mecánica. Va a llevar tiempo, pero lo hará.
Es curioso que, en el momento en que los franceses dudan tanto, España sea vista como un modelo y ZP sea a veces hasta idolatrado en Francia...
Antes de ZP hubo Aznar, que también fue elogiado... Eso sí, antes de que mintiera de aquella forma tan cruda a raíz del atentado del 14-M. Una mentira que nunca fue perdonada por los españoles. Lo del modelo español tiene su importancia: Vuestro debate se centra en cuestiones de política económica y de proyecto social que son claves. El planteamiento de la defensa da la laicidad, por ejemplo, tiene algo de batalla a lo Victor Hugo en Francia. Hay un cambio en la manera de “ver” España. Cada líder francés, de izquierda o derecha, está intentando poder hacerse la foto con ZP al lado.
¿Cree usted que es porque ZP se ha alineado en el centro o porque los franceses buscan su imagen como aval? En el terreno de la inmigración, por ejemplo, hay diferencias considerables entre ZP y Sarkozy.
Sí, pero al mismo tiempo ZP ha tenido que renunciar a las regularizaciones masivas, como le pedía Sarkozy.
Es algo que está menos claro de lo que el presidente francés quiere afirmar, y salió a relucir precisamente en el debate ZP-Rajoy. Por otro lado, a mi modo de ver ni siquiera Rajoy se atrevería a crear un ministerio “de la Identidad Nacional” como el de Sarkozy.
Bueno, sí es cierto. Hay puntos críticos diferenciales en los que ni Francia puede ser espejo de España ni la inversa. Tome el ejemplo del Kosovo.