Cristóbal Montoro, ministro de Hacienda y Administraciones Públicas

“La compra de un piso programa a largo plazo un incremento del nivel de ahorro y eso es muy bueno”, replicaba (visiblemente molesto con las dudas sobre el calentamiento de la economía lanzadas por el gobernador del Banco de España, Jaime Caruana) Cristóbal Montoro, ministro de Hacienda (entonces y ahora), allá por octubre de 2002.

“Estamos creciendo cuatro veces más que la media europea y hemos recortado distancia con los países más desarrollados. Todo esto es gracias al comportamiento de la construcción, que ejerce de motor económico”, añadía. Montoro ha vuelto para erigirse en el limpiador del lodo que trajo aquel cemento que tanto se empeñó en defender. Con el ladrillo se cayó el ahorro, el crecimiento y además los ingresos públicos, matando el superávit. Ahora él asegura que va a devolver el equilibrio a las cuentas. Subir impuestos va contra su discurso, su trayectoria, el programa electoral del PP, que ha prometido estimular fiscalmente el ahorro y (de nuevo) la adquisición de vivienda, y su crítica anual a los presupuestos de Zapatero desde los documentos elaborados para Faes. Pero en su investidura ha asegurado que viene a hacer reformas, no recortes.

La frase

"La contribución del presupuesto a la economía se logra más con rigurosa gestión del gasto que con mayores ingresos"