La vida del cooperante, un choque entre dos mundos
Inés Lezama explica la sensación que tiene cada vez que vuelve a España desde el país donde trabaja desde hace cuatro años: Mauritania

60 años de felicitaciones solidarias
"Vivo entre dos mundos e intento llevarlo lo mejor posible". Así resume Inés Lezama la sensación que tiene cada vez que vuelve a España desde el país donde trabaja desde hace cuatro años: Mauritania. Inés, experta en nutrición y empleada de Unicef en este país africano, está ahora en España por el periodo vacacional. Y sufre estos días navideños un síndrome que le pasa a la mayoría de los cooperantes cuando regresan a sus lugares de origen: el del contraste cultural.
"Los primeros días aquí son duros. En Mauritania la gente piensa en sobrevivir, en cómo va a dar de comer a sus hijos pero, en cuanto me bajo del avión en España, escucho conversaciones con prioridades muy distintas, aunque me consta que aquí la gente también lo está pasando mal con la crisis", explica esta cooperante, que también ha trabajado en ayuda humanitaria en Togo. Por eso, Inés necesita en España entre uno y dos días "de vacío", como lo llama ella, para volver a conectar con la realidad occidental.
Inés cree que los mauritanos son más abiertos a la hora de acoger a un extraño
Inés trabaja en Mauritania desde 2008 y en su experiencia con la población local, nunca ha sentido rechazo. "Son bastantes receptivos, a pesar de que hay un gran choque cultural, son más abiertos a escuchar y a acoger al extraño que nosotros", cuenta. Pero también guarda malos recuerdos, de los que todavía le hacen tener "flashes" y acordarse. "Me ha pasado dos o tres veces que ha habido una tragedia y he pensado... ¿y si hubiese hecho esto o lo otro?", cuenta Inés, que se acuerda especialmente de un niño desnutrido al que no pudo salvar.
Inés se ha encontrado cooperantes que sabían lo que querían, pero también recuerda a una persona que no aguantó la experiencia. ¿Y quién sirve para este trabajo? "El que desde joven ha sentido la necesidad de salir de casa y de dar todo al resto", concluye.
La labor que realiza esta trabajadora en Nuakchot, la capital mauritana, consiste en asistir al Gobierno de este país en materia de políticas de nutrición. "Me encargo de gestionar equipos, de búsqueda de fondos, del apoyo institucional. Antes estaba en terreno, ahora hago una labor más política", señala.
"Es importante empatizar también con los problemas de aquí", dice Óscar
Emergencia en Pakistán
Como Inés, Óscar Butragueño también trabaja para Unicef, pero como coordinador de Emergencias en Pakistán. Para él, la mejor manera de ganarse a la población local es "mostrar empatía, respeto, conocer su historia y su cultura", cuenta este cooperante, con más de 15 años de experiencia.
La mayoría de cooperantes que ha encontrado en el camino eran muy profesionales, pero también ha visto a otros que, a la semana, ya se estaban quejando de todo. "Hay gente que tiene poco aguante, otros que se lo toman como una aventura o como si estuviesen de vacaciones y eso, a la larga, no va a ningún lado", señala Butragueño.
Este experto en cooperación ha trabajado en Afganistán, Palestina, Ecuador o Bangladesh. En Pakistán se encarga de labores de planificación y coordinación. Unicef trata en Pakistán temas de salud y de nutrición.
Óscar ya se ha hecho una coraza para evitar que le afecten las cosas, aunque se acuerda todavía de personas a las que ayudó hace años. "Con la experiencia también te aumenta el nivel de inmunidad que tienes ante las situaciones, algo que es necesario para poder seguir día a día", recalca. Una de esas situaciones límite que le ha tocado vivir fueron las inundaciones en 2010 en Pakistán y que se cobraron la vida de 2.000 personas, dejaron 20 millones de damnificados y destruyeron más de 1,6 millones de viviendas.
Contexto y aprecio
Para Butragueño, volver a España es regresar "a un punto de referencia". Y, al igual que empatiza con las poblaciones de los lugares lejanos donde ha estado, también lo hace con los españoles cada vez que regresa. "Hay que contextualizar cada historia y no menospreciar que en Europa y en España también hay gente que lo pasa mal", señala. Y coincide con Inés en que se trata de que cada mundo tiene prioridades distintas.