A Pepe Martín le encanta el tapeo a mediodía en una buena taberna. Cliente habitual de El Rinconcillo, la más antigua de Sevilla, saca su paquete de cigarrillos del bolsillo de la camisa y asegura: "Voy a seguir viniendo al bar, pero esta ley es propia de una dictadura y mira que yo soy de izquierdas como el que más".

Está apostado en la barra, en la antigua zona de fumadores. "Hoy he aguantado y no he salido a fumar a la calle, pero es que antes también me daba igual ponerme detrás de la mampara que con los no fumadores; lo que no soporto es el prohibir por prohibir", añade.

Paqui, su mujer, le mira de reojo y matiza: "Yo no he probado el tabaco en mi vida, pero tengo que aspirar su humo cuando fuma en casa".