Oxígeno para Álvarez
El Sevilla andaba falto de buenas noticias. Azucarar el gesto para pasar la página ante tanto resultado adverso. Glucosa para el ambiente y para Antonio Álvarez. Encontraron ambos el dulzor en La Rosaleda ante un Málaga en obras. Se mueve entre el éxtasis y el desconcierto, una combinación que deja partidos con cierta locura. Lo fue el estreno ante el Valencia, el festín goleador en Zaragoza e igual ocurrió ayer ante el vecino hispalense.
Los jugadores de Al Thani le regalaron a su jeque un comienzo de partido frenético. Había que ganarse el corazón del qatarí después de su dadivoso regalo de la semana pasada. Ahí marchó la estampida de beduinos en busca de la portería de Palop. Sin demasiado orden, pero con mayor ímpetu que el Sevilla. Apuntó el Málaga hechura de equipo muy ancho. Con Eliseu y Quincy pegados a la línea de banda. La tormenta la escampó Palop hasta que ya no pudo sacar desde el suelo un remate de Rondón. Antes, Dabo había regalado un remate de cabeza a Cris. Esa fue la desatención decisiva para el gol.
La papeleta era peliaguda para el Sevilla. El ánimo no era el mejor para sacar adelante otro encuentro torcido. En este debate sobre tal o cual sistema debía usar Álvarez, había una premisa que no se tuvo demasiado en cuenta. Casi nadie de la plantilla se había mostrado en su capacidad más o menos normal.
Ayer hubo algunos detalles esperanzadores. La más llamativa la de Alfaro por la banda derecha. El condado de Navas tuvo ayer un nuevo gobernante. No tiene la verticalidad del campeón del mundo, pero ofrece una mayor capacidad para la llegada a puerta.
Ante la ausencia del extremo de Los Palacios, de Luis Fabiano y de Kanouté; Perotti cargó con el equipo en ese momento tan delicado. Ha ido subiendo tan rápido en el escalafón que ya hay noches en las que debe ser el guía. Conectó desde su banda un gran centro que remató Alfaro en el segundo palo.
El Málaga también ayudó a meter al Sevilla en el partido. Apoño se quedó solo en el centro del campo. Sus compañeros de línea no tienen demasiada vocación al trabajo cuando el balón es del contrario. Se fueron a presionar al Sevilla sin caer en la cuenta de que dejaban sin socio al tapón.
Este detalle metió a Guarente y Cigarini en el partido. Les dejó un espacio generoso para que el juego ofensivo del equipo mejorara de forma notable. Los locales ya sólo eran punzadas. Alguna peligrosa como la de Juanmi que Palop resolvió con una estirada maravillosa.
Los hombres de Álvarez liquidaron el partido en el último tramo de la primera parte. Lo plasmaron con una jugada a balón parada con remate de Cáceres.
El segundo tiempo parecía propicio para recuperar sensaciones, pero el Sevilla no acabó de dibujarlas. Hay todavía demasiadas cosas por arreglar como para ya pedir el alta. El Málaga propició el respiro.