La 'Gürtel' rearma al zaplanismo
El líder del PP alicantino, José Joaquín Ripoll, dice que no fue "conscientemente" al acto de apoyo a Camps

Camps y Barberá, esta semana. REUTERS
El presidente de la Generalitat valenciana, Francisco Camps, intentó en la junta directiva regional del Partido Popular celebrada el miércoles un cierre de filas que edulcorara la decisión del Tribunal Supremo de reabrir el asunto de los trajes. No lo consiguió. Los miembros del comité provincial de Alicante, con su presidente a la cabeza, José Joaquín Ripoll, lo dejaron plantado. "Lo hice conscientemente, no porque tuviera una excusa. Los representantes del PP en esta provincia decidimos no ir", explicó ayer el propio Ripoll en Alicante durante una reunión con empresarios.
Tras la bofetada dialéctica, el también presidente de la diputación alicantina optó por replegarse y "ser parco en palabras". Sólo apuntó que la dirección nacional del partido conservador "conoce nuestras razones y esperamos que tengamos tiempo para seguir ampliando las conversaciones y la posibilidad de diálogo".
El sector crítico a Camps está acantonado en Alicante
El origen del conflicto
Con este circunloquio, Ripoll prefirió no verbalizar unos motivos de sobra conocidos y que hunden sus raíces en la lucha intestina del PP entre zaplanistas y campistas. Un conflicto que se inició tras la llegada de Camps al palacio de la Generalitat en el año 2003 y sus esfuerzos por borrar toda huella de su antecesor, Eduardo Zaplana, quien meses antes había sido nombrado ministro de Trabajo por José María Aznar, y creyó ver en Camps la marioneta perfecta para controlar desde su despacho en Madrid los hilos de la política valenciana.
Este error de cálculo derivó en un pulso que, poco a poco, Camps fue inclinando a su favor. La mayoría absoluta que logró en mayo de 2007 y la creciente influencia sobre un Mariano Rajoy debilitado por la derrota de las pasadas elecciones generales, reforzó el liderazgo de Camps en la misma proporción que los zaplanistas desfallecían y quedaban arrinconados en la Diputación de Alicante y el comité provincial.
El PP nacional pide al valenciano que no se "enrede en batallas internas"
Unas instituciones que Francisco Camps intentó conquistar en diciembre de 2008, en el XII Congreso del PP alicantino. El cuerpo a cuerpo fue feroz. Finalmente, Ripoll consiguió vencer al candidato campista, el entonces alcalde de Benidorm Manuel Pérez Fenoll, por sólo cinco votos de diferencia.
Camps y la ley del silencio
Pero el estallido del caso Gürtel y la implicación de la cúpula del gobierno valenciano, con Camps al frente, dio oxígeno al magullado sector zaplanista. Uno de los momentos álgidos se vivió el 2 de noviembre del año pasado durante la celebración del Comité Ejecutivo Regional de la formación conservadora, donde se designó al sucesor de Ricardo Costa, expulsado del PP tras reivindicarse como secretario general cuando había sido destituido por su vinculación a la trama.
Entonces, Ripoll exigió alguna cosa más que un recambio: "El diagnóstico está mal hecho. Lo importante no era sustituir a Costa, sino atajar las causas que llevaron a su cese". Su critica fue contestada por Camps en forma de amenaza: "Aquel que hable de cosas que tiene que hablar dentro del partido, no cabe en este partido".
Desde entonces, el sector zaplanista ha guardado silencio, aunque ha ido maniobrando con la esperanza de que la erosión de Camps les permita reconquistar el terreno perdido. De hecho, el diálogo con la dirección nacional del PP es fluido y el desgaste del Consell provoca que algunos dirigentes vuelvan sus ojos hacia el sur. Algunos con preocupación. Otros, como una oportunidad.
Ayer, en declaraciones a Punto Radio, Esteban González Pons, vicesecretario de comunicación del PP, pidió a sus compañeros valencianos que no se "enreden en complejas batallas internas". Un deseo más que un orden.
El ruido desde Alicante no ha hecho más que empezar.