Archivo de Público
Jueves, 13 de Mayo de 2010

El hombre de acero vuelve a ganar peso

El escultor Richard Serra es galardonado con el Príncipe de Asturias de las Artes por su "gran potencia visual"

PEIO H. RIAÑO ·13/05/2010 - 08:20h

Richard Serra, junto a La materia del tiempo' en el Museo Guggenheim de Bilbao.AFP

Lo más importante de entender para conocer a Richard Serra es que no concibe la escultura ni como un objeto, ni como un monumento. El artista californiano de 71 años de edad interviene en el espacio urbano para modificar la percepción y la relación con el espectador. Eso, que le ha hecho único desde que dejó su trabajo en las industrias siderúrgicas de la bahía de San Francisco para dedicarse al arte, ha sido el motivo que el jurado del Premio Príncipe de Asturias de las Artes ha destacado en su acta para concederle el galardón este año.

Las obras de Serra "invitan a la reflexión y al asombro", subrayó el jurado que decidió por mayoría. También se valoró "su audacia para vertebrar desde su perspectiva minimalista los espacios urbanos más significativos a escala internacional, a través de obras de gran potencia visual" y consiguió imponerse en las votaciones finales al director de orquesta italiano Riccardo Muti y al cineasta Carlos Saura.

"Quiero que el espectador se convierta en el tema"

El artista, hijo de padre mallorquín y de madre rusa, vive y trabaja en Nueva York y ayer se mostró muy satisfecho por el "prestigio y los artistas que lo tienen". Recuerda su vinculación especial con España, en la que ha trabaja desde hace tres décadas con varios proyectos. De hecho, reconoce que La materia del tiempo, instalación escultórica permanente en el Museo Guggenheim de Bilbao, "es probablemente mi mejor trabajo y me gusta que esté en este país".

"Mi propósito es dejar al que mira, al espectador, convertirse en el tema de su propia experiencia", resume Richard Serra desde su casa a este periódico. "Esto lo diferencia de otro tipo de arte donde el contenido reside en el objeto: un cuadro que retrata un paisaje, por ejemplo. En esos casos, la representación está contenida en el objeto. Lo que me interesa es la experiencia del sujeto, ese es el tema de mi obra. Porque desde el momento en que la obra de arte baja de su pedestal y se sitúa en un espacio en el que la gente entra y camina por dentro o alrededor, la naturaleza del trabajo cambia debido a la perspectiva del que mira", explica. La visión del espectador es el tema esencial de la escultura de Serra.

"El mercado del arte tiende a llevar de vuelta a la obra al pedestal para sacarle partido como producto financiero, pero mi trabajo no tiene que ver con todo eso", asegura.

"La obra cambia debido a la perspectiva del que mira"

Metal por las venas

Su relación emocional y física con el metal es lo que le diferencia de otros artistas que trabajan con materiales industriales. El acero es la metáfora de la revolución industrial, del esfuerzo del trabajo, que Serra ha conseguido transformar en una tensión mencionada entre el espectador y la obra. "Creo que el material impone su propia forma y acción", comenta el artista.

"Trabajo con el acero no para hacer de él el contenido, sino para hacer del vacío el contenido", en este sentido es con el que se le ha relacionado con la obra de Jorge Oteiza. Del escultor vasco Serra ha afirmado que es uno de los artistas más influyentes en su trabajo y uno de los más importantes del siglo XX. "Así que uso el acero como material para, de alguna manera, esculpir los vacíos, los espacios y los pasajes que quedan. Quiero abordar el vacío, abordar el espacio en relación con las personas es el contenido de mi obra".

Serra también es recordado en España por la desaparición de su obra Equal-Parallel/Guernica-Bengasi, que realizó en 1986 específicamente para el Museo Reina Sofía. Todavía hoy no se entiende cómo desaparecieron 36 toneladas de acero sin dejar rastro. La obra se halla, literalmente, en paradero desconocido. En 2006, para tapar el agujero, Serra y el museo llegaron a un acuerdo, mediante el cual el escultor daba su autorización para reponer las piezas que conformaban la escultura, sin coste adicional. Serra no percibió honorario alguno por la repetición.

Transformar el mundo

Precisamente, el director del Museo Reina Sofía, Manuel Borja-Villel, quiso reconocer la valía de Serra en su contribución a "transformar de un modo radical nuestros paradigmas estéticos". "Cuando a final de los años cincuenta y principios de los sesenta las prácticas artísticas todavía se debatían entre la autonomía formal y el compromiso político, Serra supo entender y redefinir la obra de arte como un trabajo de campo expandido", dijo. Y resumió su obra al aclarar que "nos hace reconocer el mundo en el que vivimos, pero siempre como si fuera distinto".

La originalidad del escultor tiene que ver con su intención de cambiar la definición del lenguaje escultórico para darle la vuelta a la historia de su disciplina. "Lo he intentado acercando la escultura a la vanguardia, donde el espectador la experimenta. Eso me ha interesado más que hacer un objeto modelado o un molde de algo", cuenta.

Es consciente que sus instalaciones gigantes son motivo de sorpresa: "Creo que el arte es polémico. Mi trabajo puede serlo en el sentido que intenta expandir el lenguaje escultórico, cambiar la percepción de lo que la escultura puede ser. Y al hacerlo puede hacer que otros trabajos parezcan más convencionales".