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Viernes, 7 de Mayo de 2010

Las autoridades de Florida confían en que la "marea negra" no manche las playas del estado

EFE ·07/05/2010 - 17:17h

EFE - Imagen disponible a partir de este 07 de mayo que muestra el vertido que amenaza el hábitat de especies marinas y terrestres en el golfo de México, el 06 de mayo. EFE/Archivo

La Comisión para la Conservación de la Pesca y la Vida Salvaje de Florida (FWC) confía en que el derrame de petróleo en el Golfo de México no llegue a manchar las playas del estado, mientras un mando unificado en St. Petersburg (costa oeste) vigila el avance de la marea negra.

"Estamos esperanzados con que la mancha negra de petróleo eluda las playas del estado", señaló hoy en un comunicado Rodney Barreto, presidente de la FWC, quien aseguró que Florida "estará preparada para combatir cualquier amenaza sobre sus recursos de pesca y vida salvaje".

Por el momento, no se ha registrado ningún efecto adverso en la pesca y vida salvaje del estado a causa del derrame de petróleo originado en el Golfo de México por la explosión de la plataforma "Deepwater Horizon" el 20 de abril.

Afortunadamente, explicó a Efe Fernando Miralles-Wilhelm, profesor de Ingeniería Medioambiental de la Universidad Internacional de Florida (FIU), "el cambio en la dirección de los vientos y de la corriente del Golfo ha alejado la mancha negra de petróleo" de las costas de Florida.

"Yo no diría que estamos fuera de peligro completamente", advirtió y agregó que parece "poco probable" que el derrame llegue a los cayos de Florida, ya que, explicó, la mancha negra "se va rompiendo en pequeños fragmentos a medida que pasa el tiempo" y el "riesgo es menor".

Calificó de "fortuito" el cambio de dirección en la trayectoria del derrame y aseguró que, de llegar éste finalmente a las costas de Florida, el efecto sería desastroso para la vida marina y las zonas pantanosas.

En primer lugar, apuntó, los peces y arrecifes coralinos morirían al "no tener acceso al oxígeno, ya que el petróleo actúa como una especie de cubierta" sobre la superficie del mar e impide la entrada del oxígeno.

El segundo efecto destructor de la "marea negra", añadió, sería el "tóxico", con gran daño para las raíces de los árboles y plantas y resultaría catastrófico para la supervivencia de los manglares.

Un equipo de unas 70 personas de la FWC, en coordinación con organizaciones medioambientales y autoridades locales y estatales, vigilan muy de cerca desde St. Petersburg y el Centro de Operaciones de Emergencia de Tallahassee (la capital del estado) el avance del derrame de petróleo.

"Queremos asegurar que disponemos de buenos planes para la recuperación y la rehabilitación de la vida salvaje y que estamos trabajamos de forma conjunta con los mejores organismos oficiales del país", agregó Barreto.

Los pájaros, reptiles y otros animales salvajes que puedan verse afectados por esta catástrofe recibirán atención y tratamiento adecuado por parte del Tri-State Bird Rescue & Research, en colaboración con la FWC.

La FWC puso de relieve que la prioridad de las autoridades en estos momentos es proteger los estuarios y ensenadas del estado, para lo cual se han desplegado ya unos 60 kilómetros de barreras flotantes que impidan el paso del derrame, la mayor parte en Pensacola (extremo noroeste del estado).

En estos momentos, diez condados se encuentran bajo estado de emergencia: Bay, Escambia, Franklin, Gulf, Okaloosa, Santa Rosa, Sarasota, Taylor, Wakulla y Walton.

Pese a que el Departamento de Protección Medioambiental de Florida (DEP) ha insistido en que las playas del estado y zonas de pesca permanecen abiertas y en perfecto estado, el sector turístico de algunas áreas ha comenzado ya ha resentirse.

Carol Dover, directora ejecutiva de la Asociación de Hoteles y Restaurantes de Florida, señaló que ya se han producido numerosas cancelaciones de reservas en hoteles de la zona de Panhandle (extremo noroeste del estado).

El gobernador de Florida, Charlie Crist, pidió en una carta al presidente estadounidense, Barack Obama, que el Departamento de Trabajo de EE.UU. conceda una ayuda de 50 millones de dólares al estado, ante el potencial desastre económico que podría causar el siniestro.