La gran máquina se vuelve humilde
Un año después de su inauguración, el LHC permanece parado. Arrancará en noviembre, pero con la mitad de energía y objetivos más conservadores para evitar problemas

Trabajos realizados este año en uno de los sectores del LHC. - CERN
Hace un año, el Gran Colisionador de Hadrones (LHC) aguardaba su gran momento. La inmensa máquina, construida por el CERN (Laboratorio Europeo de Física de Partículas) junto a Ginebra, estaba lista para empezar a desentrañar los secretos más inextricables del funcionamiento del Universo. La fe en el LHC era tanta que algunos creían posible, incluso, que el acelerador crease un agujero negro que destruyese el mundo.
El 10 de septiembre de 2008, los primeros protones recorrieron los 27 kilómetros de circunferencia del LHC. En los meses siguientes, quería convertirse en una máquina del tiempo: el artefacto haría colisionar partículas aceleradas a una velocidad próxima a la de la luz y recrearía unas condiciones energéticas que desaparecieron en el cosmos hace miles de millones de años. Sólo nueve días después, un fallo en la conexión entre dos de los más de 1.600 imanes superconductores encargados de guiar las partículas por el anillo aplazó los miedos y las esperanzas.
"Quizá entonces se hicieron las cosas de un modo poco razonable; los responsables se vieron presionados y hubo demasiado interés por dar publicidad,", explica Francisco Botella, director del Instituto de Física Corpuscular de Valencia (CSIC-UV), uno de los centros españoles que participa en el proyecto. En los meses previos al arranque del LHC, la física de partículas se hizo habitual en los medios y la máquina de 5.000 millones de euros se convirtió en una estrella. Tras la avería y los sucesivos aplazamientos del reinicio, el poderoso mastodonte ha tenido tiempo de mostrar su lado más frágil. "Ahora se va a comenzar a trabajar con más cautela, de una forma más normal, como debería haber sido desde el principio", indica Botella.
Avería evitable
En este año de convalecencia, las pruebas se han centrado en las 10.000 conexiones entre imanes como la que causó la avería. Los ingenieros del CERN han instalado un sistema de seguridad que vigilará estos empalmes y que habría evitado el percance del año pasado. "Se puede preguntar por qué no lo hicimos antes", lamentó la semana pasada en Science el ingeniero Francesco Bertinelli. "Bien... deberíamos haberlo hecho", reconoció.
"Al principio se hicieron las cosas de un modo poco razonable"
Con parte de las reparaciones aún por finalizar, los responsables del LHC prevén arrancar la máquina en noviembre. Después, la calentarán poco a poco. La energía inicial de los haces será de 3,5 TeV, la mitad de la prevista en el diseño de la máquina, pero más del triple que la alcanzada por el mayor acelerador en activo, el Tevatrón de EEUU. "Eso permitirá a los operadores del LHC adquirir experiencia manejando la máquina con seguridad, abriendo al mismo tiempo una nueva región de descubrimiento", explicó el director general del CERN, Rolf Heuer.
Aunque lo traten con delicadeza, los físicos no esperan que el acelerador funcione sin complicaciones en breve. La experiencia con máquinas similares predice un camino jalonado de obstáculos. Tevatron, inaugurado en 1983, no logró la luminosidad prevista en su diseño hasta cinco años después y permaneció parado entre 1987 y 1988. HERA, un colisionador de partículas alemán inaugurado en el 91, necesitó cuatro años para acercarse a su máxima capacidad.
No se ha perdido el tiempo
Pese al inesperado receso, los físicos que iban a trabajar con la información producida por el LHC no han estado ociosos. Alberto Ruiz Jimeno, director del Grupo de Altas Energías del Instituto de Física de Cantabria (UC-CSIC), explica cómo el grupo de este centro que trabaja en CMS, uno de los detectores que registrarán los resultados de las colisiones entre protones, ha podido probar el sistema de alineamiento del detector empleando los rayos cósmicos que caen continuamente sobre la Tierra. Los detectores están compuestos por cientos de módulos que capturarán el paso de las partículas que salgan despedidas en los choques. Para saber qué produjo cada uno de los choques, los físicos deben conocer la posición de los módulos con una precisión de un nanómetro (una milmillonésima parte de un metro). Para eso se han empleado los rayos cósmicos.
El PIC de Barcelona utiliza lo aprendido con el LHC para estudiar la energía oscura
"Este año no ha sido tiempo perdido, ahora va a costar menos poner todo a punto para empezar a hacer física", asegura Ruiz Jimeno. "Creo que la gente que trabaja en esto no ve los retrasos como algo tan extraño, pero como ha habido tanta difusión del proyecto se ha transmitido la sensación de que todo debería estar haciéndose ya", agrega Ruiz Jimeno.
En el Port dInformació Científica (PIC) de Barcelona, uno de los 11 centros principales que forman parte del sistema de computación distribuida (GRID) creado por el CERN para gestionar la información surgida del LHC, tampoco ha faltado trabajo. Además de recibir los resultados de la detección de rayos cósmicos realizada en el CERN, han podido aplicar las enseñanzas adquiridas con la máquina a otros campos. "Hemos expandido nuestras actividades a cosmología observacional", explica el director del centro, Manuel Delfino. Aprovechando la capacidad del GRID del CERN, el más potente del mundo, se podrá procesar información recogida por telescopios para enfrentarse a uno de los enigmas más interesantes en astronomía: por qué el Universo se expande y además lo hace cada vez a mayor velocidad. El análisis de estos datos "tendrá utilidad para comprender qué es realmente la energía oscura", apunta Delfino.
El CERN ha señalado el mes de noviembre como fecha para el regreso del LHC. Sin embargo, sus responsables no excluyen posibles aplazamientos y se muestran conservadores. "Obviamente, queremos volver a empezar lo antes posible. Sin embargo, con una máquina como esta no nos podemos permitir atajos o el precio será muy elevado", afirmó Steve Myers, presidente del comité que fijará la fecha de inicio. Un año después de la decepción, el éxito de la máquina se quiere construir con más calma.