Una colección sin bigotes
Sólo Preciado luce mostacho en la Liga BBVA

Mucho más allá que un divertimento infantil, las colecciones de cromos son parte de la historia del fútbol. En sus páginas anida para siempre la memoria de plantillas inolvidables, para bien o para mal, compuestas por futbolistas cuya imagen es también espejo de los modelos sociales de cada época. El bigote, por ejemplo, se extingue. No busquen jugador alguno con mostacho de verdad en el álbum del campeonato 2009-10. Algunos, contados, se lo dejan de forma esporádica y breve, más por pereza que por convicción.
De los 460 cromos que forman la colección el BBVA regala 300 a todos los que abran una cuenta Miniblue, sólo en uno aparece un protagonista que luce mostacho: Manuel Preciado, entrenador del Sporting.
La élite del fútbol español certifica el declive del bigote como guiño estético distintivo. Un vistazo a los rostros de los futbolistas se convierte en un curso acelerado de moda y tendencias. Las mechas y cortes de pelo atrevidos, habituales desde hace varios años, compiten con un creciente aumento de la perilla popularizada por Villa, delantero internacional del Valencia, muchas veces combinada con finísimas patillas recortadas al milímetro.
Se asoman también a los cromos de la Liga BBVA las barbas, con o sin bigote, de diferentes grosores. El anticipado proceso de producción de las láminas provoca que Casillas luzca el rostro limpio. Sin embargo, el portero del Real Madrid regresó de las vacaciones con una poblada barba que, a buen seguro, creará jurisprudencia estética.
Preciado evoca en solitario figuras del pasado cuyos mostachos lucieron a la par que su fútbol. Están los bigotillos de posguerra que ilustran los álbumes de los años 50 y 60, los rotundos y numerosos bozos que exhibieron en los 70 y los 80 jugadores de todos los pelajes desde los pilares de la Real Sociedad campeona en 1981 y 82 (Zamora, Satrústegui, Idígoras, Olaizola...) hasta finos estilistas solitarios como Schuster o Del Bosque o los exagerados mostachos de los colombianos que aterrizaron en España a principios de los 90, la mayoría vía Valladolid: Higuita, Valderrama, etc.
En el siglo XXI es complicado encontrar un futbolista con bigote. Entrenadores, en cambio, hay unos cuantos. Son, la mayoría, ex jugadores como Schuster, Del Bosque, Mané, Moré, Azkargorta o David Vidal, que se mantienen fieles a su imagen. Y, por supuesto, Preciado.