«Se parecen a la ayuda humanitaria que cae de los aviones»

Kike Figaredo con un mutilado por las minas antipersona.
Kike Figaredo (Gijón, 1959), es obispo en Battambang, Camboya. Hace más de veinte años que vive allí y lucha contra las minas antipersona y bombas de racimo.
¿En qué situación está ahora el proceso de desminado?
Hemos mejorado mucho aunque tenemos accidentes casi a diario. Se ha hecho gracias a la colaboración de las ONG, gobiernos y el ejército camboyano. En ocho años pasamos de catorce millones de minas a dos y se espera controlar el problema en 2010. Ahora, la batalla son las bombas de racimo.
¿Cuál es su trabajo allí?
Tenemos proyectos en marcha que se basan en educación, vivienda, trabajo y salud, siempre para familias con algún discapacitado por polio, las minas y las bombas de racimo.
¿Nos pone un ejemplo?
Compramos un terreno de seis hectáreas y las desminamos. Salieron casi cincuenta. Ahora estamos construyendo ahí unas casas para familias afectadas. Donde no se podía vivir ahora vuelve a haber vida. Escolarizamos a niños, damos microcréditos.
¿Y con niños?
Los niños son una población muy expuesta a las minas y bombas de racimo. No son conscientes del peligro de jugar en bosques minados. Son objetos atractivos, de colores brillantes, que se parecen a la ayuda humanitaria que cae de los aviones.
¿Por eso los acoge?
Tenemos más de cuarenta chavales en tres centros. Van a la escuela y por las tardes tienen clases de refuerzo. Son alegría pura y prueban que ser feliz es una actitud.
¿Quiénes están más expuestos?
Los campesinos. También los niños, trabajadores o no. Casi todas las víctimas son civiles. Camboya es el país con más minas y más discapacitados en porcentaje. En Camboya una de cada 230 personas es discapacitada. En la provincia de Battambang, una de cada 90.