China sale de compras por el mundo con la cartera bien llena
El Gobierno y las empresas prevén invertir el superávit en el extranjero.
Todavía se hace extraño ver al chino Yao Ming jugando en la NBA, cuando ya nos hemos enterado de que su compatriota Sun Ming, con sus 2,36 metros de altura, pronto le podría desbancar como el más alto de la mejor liga del mundo. Con las empresas chinas pasa algo parecido. Compañías totalmente desconocidas para Occidente duplican y hasta triplican su valor en bolsa en pocas horas, y se convierten en las mayores del mundo dentro de su sector.
El mes pasado, PetroChina se convirtió no sólo en la mayor petrolera del mundo por capitalización bursátil, sino también en la empresa más grande de todo el planeta. Los números son mareantes. Empresas públicas mal gestionadas han pasado a ser, en pocos años, líderes mundiales. El banco ICBC protagonizó la mayor salida a bolsa de la historia al recaudar más de 20.000 millones de dólares en su debut. Y China Mobile es la mayor operadora del orbe. Pero ya no es sólo cuestión de tamaño.
China es la fábrica del mundo. A cambio de los productos que exporta consigue dinero, mucho dinero. Y ahora las compañías chinas y su Gobierno comienzan a plantearse qué pueden hacer con él. Una de las alternativas es salir de compras al extranjero. Las reservas del Banco Central chino superan los 1,2 billones de dólares, suficiente para comprar dos veces todas las compañías que componen la bolsa española.
El Gobierno chino había sido bastante conservador en su política de inversión internacional. Pero las cosas están cambiando. En octubre se consituyó la Corporación China de Inversiones, un superfondo estatal de inversiones. Nació con unos 140.000 millones de euros.
El fondo ha ayudado a agilizar procesos de consolidación dentro de la propia China. Aunque se ha gastado buena parte del dinero inicial, en caja tiene todavía 46.000 millones de euros. Con ese dinero podría comprar cualquier compañía del Ibex salvo Telefónica, Santander, BBVA e Iberdrola. El objetivo del Gobierno chino es triple.
Necesita canalizar la gran cantidad de dinero que acumula para evitar que su economía se recaliente. En segundo lugar, la compra de participaciones en empresas extranjeras puede ofrecer a largo plazo una rentabilidad mayor que la tradicional inversión en bonos del Tesoro de Estados Unidos. Y, finalmente, comprar compañías extranjeras permite tener acceso a su tecnología y a sus métodos de producción. Y China quiere dejar de ser solo un productor de camisetas y souvenirs.
El sector financiero y el tecnológico están entre sus prioridades. Pero el afán comprador chino ha puesto a temblar a las compañías y Gobiernos de los países desarrollados. "Nadie quiere ver al Gobierno chino controlando a los proveedores del Pentágono", afirma un analista.