La bestia y la bella

Xalok - Messi regatea a Cannavaro en el partido del Camp Nou.
"No jugamos muy bien, pero peleamos como animales". La sinceridad de Metzelder desvela el complejo de inferioridad que los propios jugadores del Madrid tienen ante el exquisito y arrollador fútbol del Barça. Los blancos desnudan sus carencias (vergüenzas en su caso) y alardean de una virtud que por su grandeza y potencial se les supone.
El Madrid no amaga, ataca a guantazo limpio y se entrega a la épica
Al igual que en el cuento de Disney, donde la bestia ha perdido su belleza y se refugia en la fuerza, el equipo de Juande juega feo, pero asusta y tumba al rival con su monstruosa pegada. Su fútbol es más testicular que talentoso, aunque como le alcanza para no parar de ganar (eso sí, en la Liga doméstica), lo utiliza de coartada. "Ahora ya no cuenta el estilo, valen más lo puntos", asegura Metzelder en otro síntoma de resultadismo acomplejado.
El Madrid no elabora porque no sabe hacerlo, de ahí que vigile tanto su espalda, juegue a presionar y busque el gol en alocados arreones. Los blancos no amagan, atacan a guantazo limpio. Sus futbolistas sólo piensan cuando tienen el balón, pues la falta de organización táctica les impide hacerlo antes de recibirlo. Salvo Guti [el gran ausente de hoy], nadie en el Madrid parece capaz de ver la siguiente jugada antes de entrar en contacto con el balón y soltarlo con la rapidez y la precisión necesarias para hilvanar el fútbol.
El resto, desde el impulsivo Ramos al imprevisible Higuaín, conducen el balón mientras miran, y a veces no ven, qué hacer con él. Lo de Raúl es otra historia. La intuición como arma de destrucción masiva.
El Barça inicia su fútbol atrás y lo masca hasta que aparezca el gol
Por eso el Madrid se encuentra cómodo sin llevar la iniciativa. Prefiere que lo haga el rival, por más pequeño que este sea, para interceptar (casi siempre por medio de Lass) y pillarle a contrapié. Si se ven obligados a llevar la manija del partido, entonces los blancos tocan poco y retienen mucho, señal inequívoca de que no saben a lo que juegan, sino que juegan a lo que saben: en palabras de Juande, "a ganar como sea". ¿Acaso alguien sabe lo que significa ganar como sea?
Más allá de la estética
En la otra esquina del cuadrilátero está el Barça. En el papel de la bella por la estética de su fútbol, aunque lo exacto sería hablar de lo bien, y no sólo de lo bonito, que juega el equipo de Guardiola. Y como el fútbol bien jugado se inicia atrás, el del Barça nace en la defensa, donde la baja de Márquez es un contratiempo. Como Puyol no está dotado para ello, será Piqué quien tenga que dar un paso al frente y asumir la salida del balón. A partir de ahí, Iniesta y Xavi mascan las jugadas hasta que aparecen las ocasiones de gol, donde Messi, Etoo y Henry son letales.
Los jugadores del Barça piensan antes de recibir porque el fútbol posicional les permite ver hasta dos jugadas más allá. Tocan mucho y retienen poco. Tocan todo lo que haga falta, pero nunca más de lo necesario. Retener la pelota cortocircuita su fútbol. Otra cosa es la pausa. La movilidad que el Barça imprime al juego depende más de la velocidad mental que locomotriz, de ahí que salvo en partidos tan ariscos como el que le planteó el Chelsea, su desgaste no sea tanto físico como mental. Además, los azulgrana son entrenados para jugar, no para correr.
El equipo de Guardiola gana por una doble convicción. La propia, fiel a un estilo irrenunciable, y la de sus rivales, rendidos a su superioridad. El Barça gana los partidos durante su disputa, no sólo cuando terminan. Por contra, hasta los madridgólogos más reputados reconocen que los blancos deberían jugar y ganar mejor, no permanentemente de milagro.