Archivo de Público
Lunes, 5 de Enero de 2009

Medicados en exceso y en defecto

Los fármacos más consumidos en España no corresponden a las enfermedades que más padecen sus habitantes

AINHOA IRIBERRI ·05/01/2009 - 22:03h

El consumo de medicamentos vendidos con receta médica en España aumentó en 2007 un 4,61% con respecto al año anterior. Este hecho, que podría traducirse como una mejora en el cuidado de la salud de los españoles, no tiene, sin embargo, una interpretación tan simple. El análisis de los fármacos más recetados no corresponde, ni muchos menos, a las patologías más padecidas por los españoles.

Tanto el listado oficial publicado por el Ministerio de Sanidad –que tarda meses en elaborarse porque los datos deben ser facilitados por cada comunidad autónoma–  como los datos de la consultora IMS –más recientes y que recogen la venta de medicamentos en farmacias desde enero a noviembre de 2008– ponen de manifiesto que los fármacos más consumidos no siempre son los más indicados ni necesarios. Según el médico de familia madrileño Vicente Baos, autor del blog crítico El supositorio , se extraen dos conclusiones fundamentales de la revisión de los datos del Ministerio (similares a los de IMS).

La primera es que se está protegiendo en exceso con medicamentos el estómago de los millones de personas avocados a consumir antiinflamatorios. La segunda es que el consumo de estatinas en España es excesivo y que, además, se receta más la más cara (una que no tiene versión genérica) cuando su superioridad no está demostrada.

Organismos que recomiendan

En España es sagrada la libertad de prescripción del médico y, a diferencia de otros países, ningún organismo influye en los profesionales para decirles qué fármacos deben recetar. Así, por ejemplo, cuando un paciente exige a su médico que le prescriba un fármaco, éste se ha de remitir a su propia ética para negárselo.

En Reino Unido, por ejemplo, el Instituto Nacional para la Excelencia Clíncia (NICE) recomendó el pasado año a los especialistas recetar sinvastatina (una estatina de la que existe versión genérica) sobre atorvastatina. En España, aunque hay una Agencia para la Evaluación de las Tecnologías Sanitarias, no se influye en el profesional. “Se considera que este tipo de recomendaciones perjudicarían las relaciones con la industria”, apunta Baos.

El médico de familia Juan Gérvas considera que hay “poco interés político” en que se prescriba con calidad. Cree que el gasto en medicamentos de la sanidad pública “se despilfarra” y apunta a que existen herramientas para mejorar la situación, como los boletines terapéuticos que “hacen recomendaciones que caen en saco roto”, de entre los que destaca el del País Vasco.

También cree que en el consumo excesivo de algunos fármacos influye la petición del propio paciente, pero que el papel del médico es, en ese caso, decisivo. “Los médicos fallamos en ejercer lo que yo llamo la ética de la negativa”, explica. “Hay que saber decir, en algunos casos: lo que tiene usted no tiene respuesta médica”. Gérvas se refiere, sobre todo, al consumo excesivo de antidepresivos, exigidos muchas veces por personas que no saben enfrentarse a los problemas cotidianos de la vida.

Sin embargo, el facultativo se muestra optimista: “En lo personal se puede hacer bien; lo que demuestra que, si hubiera interés político, se podría solucionar el problema”. “No se trata sólo de dinero”, concluye, “en muchos, casos hablamos también de salud”.

Inhibidores de la bomba de protones 

Una protección no siempre necesaria 

¿Para qué se utilizan?

Los medicamentos no siempre se usan para curar, sino también para prevenir. Los inhibidores de la bomba de protones son un claro ejemplo de esta filosofía. Esta familia de fármacos disminuye la cantidad de ácido que se genera en la cavidad estomacal. Están indicados para el tratamiento del reflujo gastroesofágico (lo que se conoce popularmente como acidez) y para la terapia y prevención de las úlceras. Puesto que los antiinflamatorios se asocian a un ligero aumento del riesgo de hemorragia gastrointestinal, se estableció como indicación de estos medicamentos la prevención de úlceras asociadas al consumo de antiinflamatorios, sólo en personas con alto riesgo.

¿Por qué se consume tanto?

Según los datos del Ministerio de Sanidad, en 2007 se recetaron en España 39.230.000 envases de omeprazol, el inhibidor de la bomba de protones más popular. Con los datos de la consultora IMS la cifra ascendió a 116 millones (entre enero y no noviembre de 2008). Parece que el consumo excesivo se atribuye al que se toma junto con los antiinflamatorios no esteroideos para prevenir la formación de úlceras. De hecho, se toma para evitar que sienten mal las pastillas, incluso algunas para las que no sirve, como la amoxicilina. Otros dos fármacos de la misma familia, el pantoprazol y el lansoprazol, están también en la lista de los principios activos de mayor consumo.

¿Debería cambiar la situación?

A juicio de Vicente Baos, miembro del consejo de redacción de la revista del Ministerio que recoge los datos, el elevado consumo de estos medicamentos se debe a la vulgarización del efecto protector de los mismos con respecto a los antiinflamatorios no esteroideos (AINES). “Todo el mundo dice que le caen mal estos fármacos”, afirma. Baos señala que no supone el mismo riesgo de hemorragia tomar AINES durante 20 años por problemas de artrosis que necesitar tomar puntualmente estos medicamentos por un dolor de muelas. Y recuerda que todo fármaco, incluido el omeprazol, tiene efectos adversos como, por ejemplo, el aumento del riesgo de fracturas.  

Estatinas

El síntoma que se convirtió en dolencia

¿Para qué se utilizan?

Aunque todo el mundo parece huir del colesterol como de la peste, esta sustancia es un lípido necesario para el funcionamiento del cuerpo humano. Eso sí, unos niveles excesivos del mismo en sangre suponen un aumento significativo del riesgo de enfermedad coronaria. Las estatinas ayudan a bloquear una enzima (la HMG-CoA reductasa) que ayuda a producir colesterol del llamado malo, el LDL, el que se queda dentro (y puede bloquear) las arterias. Las estatinas están indicadas para tratar el colesterol elevado cuando éste supone un riesgo para la salud, es decir, cuando está acompañado de otros factores de riesgo, es muy elevado o no se puede reducir con dieta y ejercicio. 

¿Por qué se consumen tanto?

Según datos del MSC, el fármaco en el que más dinero se gastó el Sistema Nacional de Salud en 2007 fue la atorvastatina, una estatina de la que se vendieron casi 12 millones de unidades, cifra que casi coincide con la ofrecida por IMS para los meses de enero a noviembre de 2008. Otras cuatro estatinas están en el listado de los 35 principios activos más recetados en España en 2007. Por lo tanto, es indudable que el consumo de estatinas es muy elevado. El debate sobre en qué cifras de colesterol se debe empezar a recetar estatinas está más que vivo en la comunidad científica y la población, quizás alentada por el alarmismo de los medios, tiende a pedir ser medicada. 

¿Debería cambiar la situación?

Con independencia del consumo excesivo de estatinas, llama la atención que el fármaco en el que más gasta el Estado sea una estatina de la que no existe versión genérica, la atorvastatina. Según el médico Vicente Baos, “no hay justificación” para que se gaste más esta estatina que en la sinvastatina, de la que sí existe versión genérica y es, por lo tanto, mucho más barata. A su juicio, el fenómeno se debe al “marketing agresivo del laboratorio fabricante, Pfizer”. Respecto al consumo general de estatinas, Baos cree que la sociedad está “obsesionada” y que los pacientes acuden a la consulta “casi concienciados de su necesidad de tomar estos medicamentos”. El del colesterol es un caso claro de confundir un factor de riesgo con una enfermedad. 

 Antidepresivos

 La medicalización de los problemas

 ¿Para qué se utilizan?

 En un principio, los antidepresivos están indicados para el tratamiento de la depresión, un trastorno del estado anímico en el cual los sentimientos de tristeza, pérdida, ira o frustración interfieren con la vida diaria durante un período prolongado de tiempo. Pero las indicaciones se han ampliado a otras dolencias mentales como el trastorno bipolar, el de pánico, el obsesivo convulsivo, la bulimia y el dolor neuropático, entre otros. Existe además la tendencia a recetarlos para los trastornos leves de ansiedad, situaciones no caracterizadas como enfermedades y asociadas muchas veces a los problemas cotidianos de la vida. La polémica rodea, no obstante, a esta última indicación.

 ¿Por qué se consumen tanto?

En el listado de Sanidad hay dos antidepresivos entre los principios activos más recetados en 2007: la venlafaxina y la paroxetina. El facultativo Vicente Baos cree que el consumo de estos fármacos ha podido aumentar en sustitución de otros, los tranquilizantes, más utilizados antes para tratar la angustia o la tristeza. “Así se evita la dependencia de las benzodiazepinas”, apunta. El profesor de Salud Internacional en la Escuela Nacional de Sanidad Juan Gérvas cree que, muchas veces, el consumo de estos fármacos “no responde a una patología” y considera que la sociedad es cada vez más intolerante a los inconvenientes de la vida. E ironiza: “Llegaremos a pedir antidepresivos cuando se rompa la lavadora”. 

¿Debería cambiar la situación?

El año que acaba de concluir no ha sido bueno para los antidepresivos. En febrero, un estudio publicado en la revista PLoS Medicine cuestionaba que estos fármacos fueran más eficaces que los placebos en el tratamiento de la depresión moderada. A este trabajo, junto con otros que cuestionan su posible asociación con los suicidios en adolescentes, se remite Gérvas para calificar de “soprendente” el elevado consumo de este tipo de fármacos. “No se trata sólo del gasto, estamos hablando de aumentar la morbilidad y la mortalidad; cuando se le receta a alguien sano un antidepresivo, se le está convirtiendo en una persona con depresión”. Baos, por su parte, cree que es difícil negárselos a un paciente que los exige “cuando las consultas son tan breves”.