Archivo de Público
Viernes, 21 de Noviembre de 2008

"Abu Ghraib puede volver a ocurrir"

Philip Gourevitch. Escritor y periodista. Analiza en un libro la psicología del torturador creado por el Gobierno de Bush

ISABEL PIQUER ·21/11/2008 - 22:05h

IVÁN CORTÁZAR - El escritor en Nueva York.

Abu Ghraib. El nombre evoca las fotos más famosas de Irak, el testimonio más cruel de los abusos del aparato de guerra de George W. Bush. Detrás de las imágenes se esconde la historia más compleja de un Gobierno que legalizó y normalizó la tortura, y de unos cuantos soldados, perdidos en las circunstancias, que se convirtieron en instrumentos y chivos expiatorios de la política de Washington. Es lo que cuenta magistralmente el periodista Philip Gourevitch en su libro La balada de Abu Ghraib, gracias a los testimonios de estos protagonistas accidentales.

Es increíble ver a qué velocidad unos soldados rasos pueden convertirse en torturadores.

Sí. Por un lado les parece una locura pero por otro dicen: "Mira, esto es lo que hay".

Su libro detalla cómo se justificaba la tortura con el argumento de la lucha contra el terrorismo para borrar toda duda moral.

Es difícil tener dudas morales cuando eres un soldado, vives en un sitio constantemente atacado, eres el último de los mandados, no tienes entrenamiento, ni equipo y te dicen que esos tipos son unos terroristas. Si tienes dudas morales ¿qué haces con ellas? Una de las cosas que puedes hacer son fotos. Es una forma de externalizarlo, de poner una distancia. Te permite mirar más cerca y filtrarlo al mismo tiempo. Las fotos se vieron en su momento como falta moral, una crueldad, pero al mismo tiempo eran una respuesta genuina al shock. Había una página web en EEUU llamada www.thatsfuckup.com (estoestájodido.com) donde los soldados ponían fotos muy parecidas, fotos muy crudas, con mucho contenido sexual, fotos de muertos, muy duras. Lo de Abu Ghraib no fue tan excepcional.

 "Las fotos resumen todo lo que sabíamos que era corrupto"

Pero fueron los únicos a los que pillaron.

Se convirtieron en chivos expiatorios. En instrumentos, en agentes de un gran crimen. Se vieron envueltos en
algo mucho más grande que ellos. Llevaron a cabo políticas de las que no sabían nada, de las que no sabíamos nada, que se decidieron en los niveles más altos.

Nadie de la cúpula militar fue juzgado responsable.

El escándalo sirvió para centrarse en las pruebas circunstanciales y no en la cadena de mando. Pero era absurdo. Si tienes tantas fotos de lo que suponían era los prisioneros más valiosos de la inteligencia militar, en una batalla contra los insurgentes era razonable preguntarse cómo había ocurrido. El culebrón nos distrajo de una visión más amplia.

¿Puede volver a ocurrir?

Sí. Si no cambiamos de política. La gran lección de todo esto es lo frágil que es el orden. Le toca a Barack Obama deshacer este sistema. Es buena señal que ya haya dicho que quiere desmantelar Guantánamo. Pero de momento los instrumentos que se usaron para cometer esos abusos siguen existiendo.

¿Y los estadounidenses qué dicen?

Abu Ghraib ha llevado a la desconfianza y la desmoralización. Las fotos resumen todo lo que sabíamos que era erróneo y corrompido de esa época.