Saatchi revoluciona el Chelsea londinense
El laberinto del arte chino estrena la nueva galería del coleccionista británico

AFP - ‘Love it! Bite It!’, obra de Liu Wei hecha con el material de los huesos para perros.
Charles Saatchi vuelve a tener morada artística en Londres. Tras una ausencia de tres años, el coleccionista británico abrió las puertas de su nueva galería en el barrio de Chelsea, con una exposición colectiva de arte chino contemporáneo: La Revolución continúa. Julian Schnabel, el pintor y cineasta, se cuela entre los jóvenes asiáticos con una selección de pinturas que realizó el verano pasado. Son telas inspiradas en un viejo espejo chino. Deben su presencia en la sala a la firma de subasta Phillips de Pury, cuyo patrocinio garantiza la entrada gratuita a la galería Saatchi.
Saatchi llega tarde al despegue del nuevo arte chino. Pero su colección contiene obras de los exponentes más cotizados, entre ellos, Zhang Xiaogang, autor de una celebrada serie de retratos familiares en la que cada figura parece un clon de la siguiente. Representan el mundo uniformado, intransigente y triste de la Revolución Cultural de Mao Zedong. Imágenes del líder comunista no faltan, por supuesto, entre las pinturas y esculturas expuestas. Combinando el grafiti y la novela gráfica en sus lienzos, se mueve Wu Shanzhuan, incluido también en esta muestra colectiva de 30 creadores con proyección internacional.
El concepto es lo primero
El hombre que inventó el Joven Arte Británico sigue enamorado del conceptualismo. La pareja Sun Yuan y Peng Yu ha convertido el sótano de la galería en un geriátrico, con 13 pensionistas matando el tiempo en sus respectivas sillas eléctricas. Fueron poderosos en su día, pero ya no controlan sus débiles cuerpos, envueltos en prendas o símbolos políticos, militares y religiosos. Sus vehículos se mueven hacia direcciones indefinidas, chocando entre sí como autos de feria. "Utilizaron su poder para decidir el destino de la gente, pero ahora son viejos, condenados en sus sillas y sin nada que hacer. Son como los apóstoles que decidieron el destino de la humanidad", explica Yuan. "Exponer en Londres es importante. El arte chino bulle en los mercados, pero la gente no lo entiende realmente", añade Yu.
El lugar perfecto
Hay muchas obras sorprendentes en la muestra, pero la joya que más brilla es el propio edificio. Saatchi ha tocado la diana que falló al instalar ejemplos de su vasta colección en las solemnes salas, con paneles de madera, del County Hall londinense, entre 2003 y 2005.
Apropiándose de un antiguo cuartel militar de Chelsea, al oeste de la capital y al margen del actual circuito artístico, el coleccionista recupera el espíritu de su galería original que montó, en los años ochenta, en un viejo almacén de pintura en el norte de Londres. Ahora ha vaciado el interior del solar, habilitando 13 salas enormes y otras de tamaño más reducidas con luz artificial que parece natural. Todo es sobrio en el transformado recinto, con un impecable suelo de madera lijada y paredes en blanco sucio. Los cuadros, esculturas e instalaciones de la exposición -comisariada por su propietario- redoblan en personalidad y protagonismo.
Para descubrimientos artísticos habrá que esperar a la siguiente muestra, prevista a principios de 2009, que se centrará en Oriente Medio y que tendrá al parecer una fuerte representación del arte creado en Irak e Irán en los últimos años.