Lorca, el dilema
Las familias de los enterrados junto al poeta exigen la exhumación
España mantiene bajo tierra, en una sepultura infame, a su poeta y dramaturgo más valorado y traducido. Los descendientes de Federico García Lorca han impedido durante años, bajo el argumento de la conservación del mito, la exhumación del cuerpo del poeta, enterrado junto a un maestro de escuela republicano y dos militantes anarquistas. Los descendientes de los compañeros de fosa del escritor han respetado durante muchos años esa decisión. Pero ya no aguantan más. La Ley de la Memoria Histórica les permite recuperar los cuerpos de sus abuelos, humillados por la violencia franquista. Ahora cuentan los días para poder llorar a un cuerpo y no a un montón de tierra donde suponen que están sus abuelos.
"Les comprendo pero espero que ellos también me respeten a mí", declara sobre la postura de los García Lorca, hastiado del asunto, Francisco Galadí. Francisco conserva el nombre de su abuelo fusilado junto a Lorca, un fontanero militante del sindicato anarquista CNT. "Un día, hace unos 20 años, vino Ian Gibson (el hispanista) y nos dijo que conocía el lugar exacto", recuerda. "Mi padre murió hace 10 años y yo quiero recuperar el cuerpo por él". Francisco hizo el primer intento por dignificar a su abuelo hace cinco años, junto a Nieves Galindo, la nieta de Dióscoro Galindo, otro de los cuatro enterrados en el mismo lugar. El Ayuntamiento de Alfacar (Granada), donde está la fosa, impidió en el último instante la aprobación de la exhumación. Las presiones de la familia del poeta y el vacío legal sobre la recuperación de cadáveres de la Guerra Civil fueron determinantes para que la corporación municipal no diera su aprobación.
"No queremos convertir este asunto en un espectáculo. A lo mejor es más digna una placa y ya está", afirma José Manuel Rubio, concejal de Cultura de Alfacar (gobernado por el PSOE). Pero añade: "Entiendo que haya personas que quieran recuperar el cuerpo de sus seres queridos. Yo mismo tengo un familiar enterrado en una fosa del pueblo. La gente tiene que entender que los muertos de un bando tienen un lugar donde llevar unas flores y los demás no. Además, el caso de Federico nos afecta a todos".
Vía libre
La Ley de la Memoria Histórica considera la recuperación de los cadáveres un derecho de las familias de los muertos, y obliga a "la administración correspondiente a facilitar la exhumación". Fin del dilema. En cuanto se apruebe el texto definitivamente en el Congreso (antes de que termine la legislatura), los descendientes de Dióscoro Galindo y Francisco Galadí tendrán vía libre.
"Al día siguiente de que se apruebe la ley, solicitaremos la apertura de la fosa", sostiene tajante Francisco González, presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Granada. La misma decisión mantienen los familiares de los enterrados junto a Lorca. "Yo quiero que se identifiquen los restos de mi abuelo, saber a ciencia cierta que están ahí. Y no quiero que se muevan, sólo poder poner un pequeño letrero....", afirma la nieta de Dióscoro Galindo. Del otro lado, Manuel Fernández Montesinos García, sobrino del poeta opina lo contrario. "Nuestra postura es la misma antes que después de la ley", afirma. Incluso Laura García-Lorca de los Ríos, otra de las sobrinas y portavoz familiar, declaró el pasado octubre que, a pesar de la ley, se muestra contraria a que se abra la fosa. "Puede abrir la puerta al olvido definitivo", han sostenido siempre los García Lorca.
Las explicaciones no convencen al resto de los afectados. La Asociación de la Memoria Histórica de Granada ha representado a las familias de los fusilados junto al poeta. "Que los Lorca aludan a un hipotético morbo con la exhumación hiere nuestra dignidad y a la de los expertos científicos de la Universidad de Granada que efectuarían el estudio. Son científicos, no cazatesoros. Parece que pretendemos que acudan a la tumba a escarbar como si fuera un basurero. Eso hiere", dice Francisco González. Éste se califica como lorquiano y no quiere dejar dudas sobre su admiración por el autor del Romancero gitano. "Federico es patrimonio de la humanidad y tenemos derecho a saber cómo fue su muerte". Lo mismo opina el edil de Alfacar y el historiador Ian Gibson, que identificó el lugar exacto donde permanecían los restos gracias al testimonio de quien lo enterró.
Rumores
"Fue Manolillo el comunista (Manuel Castilla) el que le dijo a Gibson dónde estaba el poeta", describe el concejal. El mito Lorca ha marcado la historia de Alfacar. La localización de los restos del poeta es una fuente inagotable de rumores. Uno de ellos preocupa especialmente a los partidarios de la recuperación del cadáver. Esta hipótesis relata la posibilidad de que la familia de Lorca llegase a un acuerdo con Franco en los años 50 para levantar el cuerpo y enterrarlo en la Huerta de San Vicente, la residencia de verano de la familia en Granada. "No quiero ni pensar que alguien haya mancillado la tumba. Yo soy de los que creen que el cuerpo está ahí", afirma González. "La exhumación taparía muchas bocas", añade. Gibson considera improbable esa teoría. "En un pueblo tan pequeño alguien se habría enterado. Es imposible", asegura.
Laura García-Lorca habla de dignidad, recuerdo, memoria para defender su postura. Sin embargo, muchos de los que han dedicado parte de su vida al estudio del poeta considera positivo esclarecer las incógnitas sobre su muerte. "Existen dudas sobre si fue torturado antes de ser disparado", afirman tanto Gibson como González. Uno de los libros sobre el poeta publicados por Gibson, recoge el testimonio de uno de los pistoleros que se encargó de rematar a Lorca. "Le he metido dos tiros por el culo, por maricón", se vanaglorió en un bar Ramón Ruiz Alonso, autor material del crimen.