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Viernes, 12 de Septiembre de 2008

El corredor de la muerte del oso pardo

Un estudio advierte de que la tupida red de infraestructuras que separa las dos poblaciones de la Cordillera Cantábrica amenaza la supervivencia de la especie en España.

MANUEL ANSEDE ·12/09/2008 - 08:21h

EFE - Los osos pardos son especialmente sensibles a la fragmentación de su hábitat.

Las dos poblaciones de oso pardo cantábrico están separadas por una especie de corredor de la muerte. A lo largo del último siglo, el ser humano ha levantado una telaraña de hierro y asfalto que ha aislado espacial y genéticamente a los últimos supervivientes de la especie en el norte de España. La carretera nacional N-630, la autopista del Huerna, la vía férrea de Pajares y la futura línea de tren de alta velocidad León-Asturias, apiñadas en apenas 50 kilómetros, han dividido la población osera en dos comunidades de 100 y 30 individuos totalmente incomunicadas entre sí. En los últimos 30 años, sólo dos osos han conseguido sortear los obstáculos para pasar de un grupo a otro.

La Fundación Oso Pardo acaba de presentar un proyecto, apoyado por el Ministerio de Medio Ambiente, para crear un pasillo verde que conecte las dos poblaciones del plantígrado en la Cordillera Cantábrica. Según los especialistas, es una acción "imprescindible" para garantizar la conservación de la especie. El estudio apunta un par de opciones para enlazar las dos comunidades: un pasillo septentrional, aprovechando la buena cobertura forestal de la vertiente asturiana de la Cordillera Cantábrica, y un pasillo meridional que discurra por las zonas reforestadas de los valles subcantábricos.

El objetivo final es más ambicioso, si cabe, que salvar de la extinción al oso pardo. La alfombra verde se integraría en una iniciativa promovida por la Fundació Territori i Paisatge, que pretende reconstruir los puentes naturales de Europa suroccidental creando un kilométrico corredor de montaña que conecte la Cordillera Cantábrica, los Pirineos, el Macizo Central francés y el borde occidental de los Alpes.

El presidente de la Fundación Oso Pardo, Guillermo Palomero, defiende la viabilidad del proyecto, pese a que, además de las infraestructuras de comunicación, entre los dos núcleos cantábricos se interponen otras huellas humanas, como varias explotaciones mineras y estaciones de esquí. "El corredor no es un capricho ni una ocurrencia; su consecución será difícil, pero es una realidad", opina.

Para Palomero, el estudio sobre el corredor -considerado una prioridad por la Estrategia para la Conservación del Oso Pardo Cantábrico de 1999- "llega tarde, pero a tiempo". En los últimos años, explica, los expertos en conservación del oso pardo han estado demasiado ocupados lidiando con otros problemas más acuciantes como para analizar seriamente la viabilidad de un corredor interpoblacional. Desde 1993, las patrullas de la fundación han retirado más de 1.300 lazos de acero ilegales, utilizados para cazar jabalíes, del territorio de los osos. La prioridad no era conectar las poblaciones, sino salvar la vida de las pocas decenas que quedan en España.

Palomero, coautor del estudio, no quiere apuntar una posible fecha en la que el primer oso atravesará el corredor. "Podemos empezar a ver resultados en 10 años, pero depende del Gobierno del Principado de Asturias y de la Junta de Castilla y León", señala. El estudio deja claro cuáles son los pasillos preferentes para el oso, pero tendrán que ser las administraciones autonómicas las que financien la regeneración forestal de la zona o la construcción de pasos para los osos en las carreteras.

Para la bióloga Cristina Valdiosera, del Centro Mixto de Evolución y Comportamiento Humanos, es urgente conectar las dos poblaciones porque si no se hace pronto, "la población oriental tiene pocas esperanzas de sobrevivir. La pérdida de diversidad genética es la firma de la extinción y la de los osos pardos cantábricos es bajísima", advierte.