Más películas que estrellas
La nueva película de los hermanos Coen abre hoy la 65 edición de la Mostra
La alfombra roja no arderá este año. No hay estrellas para tanto en la 65 edición de la Mostra de Venecia, que arranca hoy. Salvo excepciones -lo nuevo de los Coen, que abre el certamen; el regreso de Jonathan Demme a la ficción; lo último de Takeshi Kitano, después de aquel delirante y paródico engendro llamado Takeshi's, o la última animación de Hayao Miyazaki-, están ausentes los pesos pesados del star system cinematográfico.
Sí, Brad Pitt, George Clooney, Tilda Swinton y Joel y Ethan Coen pasearán hoy por el Lido; sí, Kim Bassinger y Charlize Theron acompañarán a Guillermo Arriaga en su debut como director, pero poco más habrá en un festival que, en la otra manga, se guarda propuestas de menos relumbrón pero que pueden dar gratas sorpresas.
Dado el exceso de la cuota italiana en la competición y la ausencia absoluta de cine español -salvo dos coproducciones fuera de competición, 35 Rhums de Claire Denis y el corto Cry me a River de Jia Zhang Ke-, vale la pena trazar líneas en el que es, hasta ahora, el festival más deslavazado de la temporada.
Levantando cabeza
Existe en la competición oficial una curiosa tendencia. La de aquellos directores que, tras decepciones sonoras, hacen de Venecia el escenario de su regreso. Se trata de Darren Aronofsky que, tras la terrible La fuente de la vida (2006), vuelve con una historia, a priori, con los pies más en la tierra: The Wrestler, con Mickey Rourke interpretando a un luchador acabado. Es el caso también de Ferzan Oztepek, que nunca llegó a calar tanto como con su ópera prima, Hamman, el baño turco (1997), y que presentará Un giorno perfetto.
Y también podría ser el de Jonathan Demme que, después de transitar por el documental y haber realizado dos remakes fallidos, regresa con una obra de personajes, Rachel Getting Married. Tal vez aquí podríamos incluir al mexicano Guillermo Arriaga, cuya ópera prima, The Burning Plain, contiene un gesto orgulloso, después de su dramática ruptura con González Iñárritu.
El cine no pasa por alto que en este mundo las cosas van más bien regular y los paisajes desmoronados se filtran en unos cuantos filmes de la competición. Las candidatas francesas -Inju, la Bestia en la sombra, de Barbet Schroeder; Nuit de Chien, de Werter Schroeter, y L'Autre, de dos recién llegados, Patrick Mario Bernard y Pierre Trividic- algo tienen que decir, desde su negrura, de una cierta desazón contemporánea.
En esa misma línea, Kathryn Bigelow aborda en The Hurt Locker las heridas de hoy desde el hervidero iraquí, en una historia donde todo lo que se mueve puede ser el enemigo. Tanto la chino-brasileña Plastic City, de Yu Lik-wai, como la estadounidense Vegas: Based on a true Story retratan ciudades con personajes violentos y desarraigados.
El viaje a sus orígenes de Agnès Varda, en Le Plagues d'Agnès, es una de las mejores razones para acudir a las secciones fuera de competición. Entre ellas, más documentales: In Paraguay, de Ross McElwee, que demuestra que otro Michael Moore es posible. Y la rareza del festival, que procede de Filipinas: Lav Díaz presenta Melancholia, un filme de siete horas. Y toda una prueba de resistencia.