Husain Bolt celebra la victoria en Pekín. EFE

Usain Bolt no respeta a nadie. Hemos vuelto a presenciar la exhibición de un talento genético que parece irrepetible. El jamaicano salió con fuerza, sobrepasó a todos sus rivales como un cohete, les aventajó en cinco metros cuando aún faltaban 50 para el final y rebajó el -en su día increíble- récord mundial de Michael Johnson (19.32) en los Juegos de Atlanta'96.

El Nido del Pájaro ha vuelto a estallar con el relámpago Bolt. 19.30. Otro récord para la historia. Usain Bolt, el más joven de todos los finalistas (mañana jueves cumple 22 años), partía por la calle cinco. Por detrás suyo, en la cuatro, el estadounidense Crawford, que le tenía como referencia visual.

Talento de la naturaleza 

El sorprendente velocista de Zimbabwe, Brian Dzingai, corría por la calle seis, justo por delante del jamaicano. En las calles ocho y nueve salían, sin apenas referencia, otros dos estadounidenses muy correosos, Dix y Spearmon. Bolt ha vuelto a demostrar que es un talento de la naturaleza, no en vano es el único atleta que ha sido campeón mundial junior, en toda la historia, con sólo 15 años.

Sus exhibiciones de potencia en la aceleración, mantenimiento de la velocidad lanzada y, sobre todo, de relajación a pleno rendimiento, han hecho estallar todos los conceptos del mundo de los sprinters. En Pekín, Bolt ha redefinido la velocidad humana.