Gaspar Llamazares
Político. Coordinador general de Izquierda Unida desde el año 2000

¿Qué libro recomienda?
El corazón helado, de Almudena Grandes.
¿Cuál desaconseja en verano?
Poder y debilidad, de Robert Kagan.
¿Y este año qué va a leer?
Vida y destino, de Vasili Grossman.
La novela de Almudena Grandes me parece una gran lectura, pero no sé si es mejor para verano o invierno: a mí me gusta más con jersey de lana y en zapatillas.
No he leído a Kagan y le haré caso, no lo leeré. ¿Para qué, si sus ideas están por todos lados? Sé, por ejemplo, que Kagan envió una carta a Bill Clinton pidiendo una segunda guerra contra Irak. Siempre he pensado que el verano es el tiempo en el que confiamos en rectificar nuestra vida.
Decidimos convertirnos en otra persona: hacer deporte, comer sano, pasar más tiempo con la familia, ordenar papeles y, por supuesto, leer lo que deberíamos haber leído en invierno. En verano nos convertiremos por fin en lo que deberíamos ser, en lugar de resignarnos a lo que somos. Por eso este verano me he traído yo también el Grossman ese.
Lo que pasa es que, como decía el poeta, "más que el propósito de enmienda dura el dolor de corazón". El destino de mi vida es que Vida y destino acabe en la mesita de noche, mientras yo pierdo el tiempo leyendo a Tolstoi o a Jardiel Poncela: somos incorregibles.
Nunca rectificamos y volvemos en septiembre sin haber hecho deporte, más gordos, peleados con la pareja y los hijos, con los papeles hechos un desastre y con un libro sin leer, pero con el cerco de un vaso de cerveza en la cubierta. En mi caso, será el de Grossman. Acábelo usted por mí, por favor.