Catalunya sigue apostando por sus ‘botigues’
Ajena a los grandes centros comerciales, el comercio catalán sigue teniendo su principal referente en sus tradicionales botigues (tiendas)
Estos establecimientos comenzaron a ganar peso en la Edad Media, en tiempos del Consell de Cent, cuando se consolidaron como un poderoso gremio. Su importancia desde entonces ha sido creciente y se ha vio reforzada con el despegue del sector terciario.
Miguel Ángel Fraile, secretario general de la Confederación Española de Comercio y de su homóloga catalana, explica con orgullo el secreto de la pujanza de los comerciantes catalanes: “Todos los partidos políticos, sean del signo que sean, nos han ayudado siempre y han entendido lo que somos, algo que no ocurre en ninguna otra comunidad”.
El sector representa en la ciudad de Barcelona el 30% del PIB y de la ocupación, pero la dimensión de los botiguers va más allá: “Vivimos en la calle, participamos en las tradiciones, las fiestas y somos un ingrediente más de la vida cotidiana”.
La fuerza de este sector en Catalunya se debe, en su opinión a una suma de factores. “Tradicionalmente ésta ha sido una tierra de emprendedores y muchas personas optaban por abrir un pequeño negocio para ganarse la vida”, explica. Esta fue la vía por la que optaron muchos hombres de negocios para arrancar sus negocios. “Para muchos, la botiga ha sido su primera oportunidad”, añade.
A esto se añade la “enorme competencia” que existe entre los diversos comercios catalanes. “Siempre han tenido a la sociedad muy encima y un listón de calidad muy alto: siempre hemos sido los primeros de España en todo”, dice Fraile, que pone como ejemplo el nacimiento de los hipermercados, los autoservicios, las franquicias, o los productos llegados de París o Londres.
Atención al cliente
Jordi Vilaprinyó, presidente de la Associació de Botiguers i Comerciants de Catalunya, añade algo más a esta receta: “Nuestras tiendas se caracterizan por la calidad en su atención al cliente, que no tiene nada que ver con la que se pueden encontrar en un centro comercial”.
Tanto Vilaprinyó como Fraile coinciden en señalar que en Catalunya no existe una demanda social de mayor apertura de horarios. “Tenemos estadísticas que prueban que sólo el 2% de la población se ve perjudicada por los horarios habituales, y casi un 90% de ciudadanos está encantado con ellos”, expone Fraile.
A pesar de la buena salud de que goza el comercio en Catalunya, donde algunas grandes superficies están en pérdidas, los colmados, antiguamente conocidos como tiendas de ultramarinos, han sufrido con la aparición de estos centros. “En los últimos 30 años, las que más han sufrido han sido las tiendas de alimentación, muchísimas han tenido que cerrar”, explica Vilaprinyó. “Las grandes preocupaciones de las tiendas siguen siendo el contrato de alquiler, los horarios de apertura y, por supuesto, las grandes superficies”, sentencia Fraile.