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Domingo, 4 de Noviembre de 2007

Una ilusión sin defensa

Los fallos de Leo y la defensa provocan la tercera derrota rojiblanca en Liga

ÁNGEL LUIS MÉNÉNDEZ ·04/11/2007 - 23:01h

Con el globo. Cuatro errores de la defensa del Atlético aniquilaron la ilusión que se había instalado en el corazón de la hinchada atlética. El portero y los dos centrales destrozaron de cuatro plumazos el ímprobo trabajo de sus compañeros atacantes.

Sin juego colectivo, a base de fogonazos de clase, el Atlético creyó cerrar el partido. Pensó que la victoria estaba prácticamente sentenciada. Soñó con acostarse en la confortable zona de Liga de Campeones.Cualquier equipo que aspire a algo grande debe saber administrar dos goles de ventaja. Especialmente jugando en casa. El Atlético es incapaz de hacerlo. Se desangra por la zaga.

Rossi abre la remontada

Pablo, Perea y Leo Franco señalaron al Villarreal el camino de la remontada en el primer gol visitante. Los amarillos nunca se desesperaron. Lejos de bajar los brazos tras encajar el 2-0, siguieron a lo suyo. Continuaron tocando con sumo gusto, buscando espacios y soluciones. Hasta que la defensa local les abrió la puerta.
Pablo se quedó parado pidiendo fuera de juego, Perea tardó en acelerar y Leo Franco, indeciso toda la tarde, acampó en medio de la nada. Resultado: Rossi metió la directa y engañó por arriba al portero argentino, que repitió error apenas diez minutos después en la jugada del empate.

El 2-2 hizo daño. Jugadores y aficionados le dieron vuelta durante el descanso a la paradoja de un equipo, el Atlético, que tiene que esforzarse sobremanera para conseguir ventajas en el marcador para dilapidarlas luego en un suspiro. Quizás pensaba en ello Maxi cuando falló un penalti. No pasó nada. El Kun apareció para arreglarlo. Para reivindicar su increíble condición de cabeceador prodigioso y poner otra vez por delante al Atlético.

No fue suficiente. Nada lo es cuando Perea regala el empate y Leo Franco deja que Nihat piense sin agobios cómo dibujar el cuarto y definitivo gol.
Descuidos tan gruesos tapan la magia de Agüero, la inspiración de Simao o las ayudas de Maxi. E incluso paralizan a Aguirre, que sólo fue capaz de reaccionar quince minutos antes del final. Demasiado tarde. No tiene defensa.