Faraón para siempre
¿Algún ayuntamiento quiere una pirámide? una pequeña pirámide, sino una pirámide de dimensiones colosales en la que enterrar miles de personas, que hayan pagado entre 200 y 700 euros por un espacio para sus cenizas, en un bloque de hormigón. Personas de todos los continentes y religiones, ateos y agnósticos, que deseen perpetuar su recuerdo en una construcción que podría convertirse en la más grande del mundo.
La iniciativa viene de Alemania. Sus promotores son el escritor Ingo Niermann, el ingeniero Heiko Holzberger y el economista Jens Thiel, fundadores de la asociación “Amigos de la gran pirámide”. Niermann formuló la idea en el libro Umbauland, donde expone “diez visiones alemanas” para transformar el país: una nueva gramática, un nuevo partido político... una pirámide mortuoria.
Algo caro
La asociación logró en Alemania el apoyo de la Fundación Cultural de la Federación, que subvencionó el proyecto con 89.000 euros. “No es tanto dinero”, explica a Público Jens Thiel, porque ese importe ya se ha gastado en buena parte en el rodaje de un documental sobre el proyecto actualmente en fase de montaje. Estará listo la próxima primavera. Amigos de la gran pirámide tiene su sede en Erfurt, ciudad del este de Alemania, en Dessau. Thiel y sus compañeros sabían de las dificultades legales para obtener el permiso para construir su pirámide, porque en Alemania los cementerios son propiedad pública o de alguna comunidad religiosa reconocida.
Encontraron un lugar idóneo cerca de Dessau, un pueblecito llamado Streetz. Pronto los vecinos empezaron a recelar del proyecto y reunieron un montón de firmas para pararlo. No querían una pirámide con miles de muertos a las afueras del pueblo.
Quién la quiere
Así que habrá que buscar otro lugar. No es fácil. Tiene que ser un sitio bien comunicado y si es posible con un río cerca, para poder transportar los bloques de cemento con facilidad. Y un sitio, por supuesto, con capacidad para hoteles y empresas de pompas fúnebres de todas las confesiones que atiendan a los “peregrinos”. Por eso, los promotores del proyecto aseguran que la región que albergue la pirámide contará con un “boom” económico sin precedentes.
Alemania no es buena idea
¿Qué país se va a quedar con la pirámide? Thiel cree que Alemania es en el fondo una mala idea, por las asociaciones con la muerte que tiene el país en el extranjero por culpa del culto a lo oscuro del nazismo. “España, Irlanda, Gran Bretaña, Holanda... mejor un país pequeño. EEUU sería demasiado grande, porque hay que identificar rápidamente al país con la pirámide”, señala.
La idea de los promotores de la pirámide es muy moderna. “Hoy en día muchas familias viven dispersas por todo el mundo. Hay mucha gente que a lo largo de su vida vive en varios países, y sin embargo la cultura tradicional de enterramiento sigue siendo muy local. Ya no tiene sentido”, argumenta Thiel.
Estructuralmente, la pirámide crecerá en tamaño desde dentro hacia afuera, y sus dimensiones finales dependerán de cuántos muertos acabe albergando. La construcción en sí no ofrece grandes retos teóricos.
Así que la asociación ha convocado un concurso arquitectónico que se cerrará a principios del próximo mes. Hay proyectos de varios tipos, algunos incluyen cámaras en el interior de la pirámide y otros prevén construirla de forma compacta. El jurado estará presidido por el arquitecto estrella de Holanda, Rem Koolhaas.