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Sábado, 24 de Mayo de 2008

La última oportunidad para Eurovisión

Ya era hora de dar un portazo: Chikilicuatre promete cambiar para siempre el espíritu del tradicional certamen de la canción

JAVIER SALAS ·24/05/2008 - 00:00h

Las posibilidades de España en Eurovisión son las mismas que en la Eurocopa: un mucho de ilusión “por si suena la flauta” y un poquito de realismo. Llega la cita y, a medida que se aproxima la hora H, los nervios crecen ante la incierta posibilidad del triunfo. Todo indica que el Chikilicuatre no ganará.

Pero tampoco tendrá que exiliarse, como ha prometido, en caso de quedar el último clasificado de la votación. Como es habitual en el caso español en el certamen eurovisivo, lo más probable es que nuestro lugar sea el de una notable mediocridad: ni frío ni calor, cero grados. El décimo puesto es el que más ha repetido España, hasta en cinco ocasiones.

Los tiempos han cambiado. Y siguen cambiando. Desde que algunos países comenzaran a servirse del televoto, la tendencia es clara en favor del SMS. En 2004, se hicieron 4,5  millones de llamadas telefónicas para votar, mientras se enviaban 2,6 millones de SMS. El año pasado, el número de llamadas se redujo hasta 3,7 millones. Los SMS se duplicaron, alcanzando la cifra de 5 millones.

La apuesta es clara: rejuvenecer el formato, llevarlo hacia donde están los mayores consumidores de mensajes de móvil. Es lo que logró el representante español de este año. Lo mismo que en su día Rosa de España, empujada por el fenómeno social que fue Operación Triunfo. Lo de menos, como siempre, es la canción.

El caso es similar y la respuesta que obtengamos en el festival no será distinta: es un localismo que más allá de nuestras fronteras no tiene por qué despertar interés. Rosa, nuestra Rosa, sólo quedó octava. Ambos fenómenos han arrastrado audiencias televisivas. Eurovisión 2002 es el programa más visto de la historia en España (más de 13 millones de espectadores) y la primera semifinal del presente festival –única referencia disponible– duplicó la audiencia media de La 2.

La aventura que RTVE emprendió apostando por Internet fue un acierto. Los defensores del modelo clásico –todavía cabreados– habrían mandado a Coral, incluido Uribarri, quien aceptó pulpo como animal de compañía para poder seguir chupando cámara. Coral (un bostezo por ella) es más de lo que ya han mandado dos docenas de países.

Era hora de dar el portazo. Y a falta de otro mejor, bueno es Chikilicuatre. Si Eurovisión es el festival de la canción, ¿por qué nunca ha sabido reflejar los grandes cataclismos musicales de cada época?

El mayo francés

Francia –un nuevo mayo revolucionario– sí ha sabido elegir. Sebastian Tellier es, musicalmente hablando, el único atisbo de mundo real que se ha colado en el festival. El primo hermano gabacho de Guille Milkyway –responsable de La Casa Azul–, quien ha trabajado con Air, Daft Punk y Sofia Coppola, representa al mundo musical de hoy con un tema divertido y atractivo.

Y como todos los pioneros (¿Rodolfo?), viene acompañado por la polémica: canta en inglés, y eso en Francia se paga caro. Pero más caro se paga cantar en francés: un idioma que no logra la corona de estrellas amarillas desde el año 1988, y que hasta entonces había logrado 14.

Uno de los mayores favoritos, el ruso Dima Bilan, lleva unos años trabajando con el productor Timbaland, el mismo que en también ha apadrinado a Madonna o Justin Timberlake. En un certamen cargado de eurodivas de piernas bronceadas con toallitas L’Oreal –concepto que se han apropiado los talibanes del festival–, cualquier cosa es más digna que hacer lo mismo que los demás. Las favoritas son ellas, más aún según el criterio Uribarri, quien dice que el francés no tiene posibilidades.

¿Y Rodolfo? ¿Tiene alguna posibilidad? Él espera quedar entre los cinco primeros. Los eurofans le dejarían en el último lugar. Y las casas de apuestas, donde la gente se juega su dinero y no el concepto de dignidad, colocan al argentino de Igualada entre los diez primeros.

En el último lustro el festival estaba muerto en España y RTVE quiso resucitarlo democratizando la elección con Salvemos Eurovisión. Rodolfo –y Tellier– son un ensayo de revolución desde dentro, “algo muy punk”, según Julián Hernández, el líder de Siniestro Total. La última ocasión de cambiar el festival. Si es que a alguien le importa. D