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1978 Igualdad, año cero

La redacción de la Constitución fue un momento histórico y abrió una puerta de libertad que las mujeres no habían tenido en los 40 años anteriores. Pero el hecho de que tuviera siete padres y ninguna madre hizo que el concepto de igualdad se quedara por el camino.

Dia De La Mujer 2018 Una puerta abierta hacia la libertad

Ana Ruiz Tagle

Diputada constituyente

Como casi todas las mujeres que formamos aquella primera legislatura, llegué al Parlamento por casualidad. Las mujeres íbamos en las listas en lugares en los que, según los sondeos y encuestas, no estaba previsto que fuéramos elegidas, sino más bien de relleno. Yo ocupaba el quinto lugar de la candidatura del PSOE de Sevilla, cuando se pensaba que sólo dos o tres personas entrarían en el Parlamento. Aunque era la secretaria general del PSOE de Sevilla, tuve que pelear mi lugar. Finalmente fuimos 27 las constituyentes elegidas (21 diputadas y seis senadoras) de distintos partidos políticos y procedencias. Veníamos de un proceso muy largo y duro, donde la dictadura golpeaba con especial fuerza a las mujeres.

Fue un momento tremendamente importante y emocionante para todas nosotras. Recuerdo la gran complicidad y compromiso que existió entre todas, independientemente del partido al que perteneciéramos, y las largas y agotadoras sesiones de trabajo. No fue fácil, porque todas estábamos discriminadas dentro de nuestros propios partidos y nuestra presencia en los órganos decisorios era muy escasa. La ponencia Constitucional estaba formada por nueve hombres sin ninguna mujer y la Comisión la formaban 39 personas de las cuales sólo una era una diputada: María Teresa Revilla.

Muchos temas que queríamos impulsar las feministas se quedaron en el tintero y no entraron en el texto. Por ejemplo, no hubo ningún tipo de debate sobre el aborto o los derechos sexuales y reproductivos, lo que supuso, entre otras cosas, que los movimientos feministas no apoyaran la Constitución y decidieran abstenerse. Muchos de los temas que tenían en su agenda las organizaciones de mujeres tendrían que tratarse en legislaciones que desarrollarían más tarde.

Se promovieron condiciones para lograr que la igualdad fuera real y efectiva

Debido a estas limitaciones, muchas entendimos que lo importante durante el debate de la Carta Magna era que su texto propiciara que esos derechos pudieran ser introducidos con posterioridad y que permitiera el desarrollo de leyes posteriores. Un ejemplo: era imposible dar el visto bueno a una Constitución cuando estaban penalizados temas como el acceso a los métodos anticonceptivos, por lo que su despenalización terminó metiéndose en los Pactos de la Moncloa.

Lo que sí impulsamos las mujeres y de lo que nos sentimos orgullosas fue la redacción del artículo 9.2, que obligaba a los poderes públicos a "promover las condiciones para que la libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en que se integra sean reales y efectivas" y a "remover los obstáculos que impidan o dificulten su plenitud y facilitar la participación de todos los ciudadanos en la vida política, económica, cultural y social". Este artículo 9 nos permitió abrir la puerta para toda una serie de desarrollos legislativos que reconocieran derechos. Sin embargo, con la perspectiva que nos da el tiempo, hemos podido ver cómo algunas de esas leyes, como por ejemplo la de violencia de género o la de Igualdad, acabaron siendo más declarativas que sancionadoras, lo que les restó efectividad, porque el espíritu de la ley debería ser el de obligar y sancionar. Si no, pueden acabar en papel mojado.

Un tema de conflicto durante el debate constitucional fue el de la sucesión de la Corona. El artículo 57 establecía la línea sucesoria del varón, lo que suponía una discriminación clara. Las mujeres intentamos cambiarlo, pero no pudimos. Así que, cuando llegó el momento de votarlo, nos salimos todas de la sala y se aprobó sin nosotras.

Ahora, transcurridos 40 años y haciendo una reflexión sobre lo que se pudo hacer y cuáles fueron las asignaturas pendientes, creo importante resaltar que no fuimos capaces de desarrollar en aquel texto el principio de igualdad de todos ante la ley que, junto con la libertad, es lo único que hace posible que la justicia social sea una realidad.

La Constitución necesita una nueva mirada para incorporar ese principio y para adaptarla a los nuevos tiempos, que son muy distintos a los que existían cuatro décadas atrás.

Muchos temas que queríamos impulsar las feministas se quedaron en el tintero

En una Constitución del siglo XXI es clave que los derechos de los menores y de las mujeres entren de lleno en el capítulo primero (el de los derechos fundamentales) para asegurar su máxima protección y que sean de obligado cumplimiento. De esta manera seremos capaces de evitar lo que está ocurriendo hoy.

El objetivo de la Constitución de 1978 fue conseguir la libertad. El de la reforma que está solicitando la ciudadanía hoy debe ser la de la igualdad de oportunidades y de género, para que podamos tener una convivencia armónica e igualitaria.