}

Opinión

El día que no echemos cuentas

Xulio Ferreiro

Alcalde da Coruña

Iria ganará el día en el que ya no haga falta echar cuentas. Iria ganará el día en el que las matemáticas ya no marquen nunca la diferencia. Iria, mi hija, como todas las hijas y todas las madres y todos los padres, ganará cuando no existan listas que reflejen el número de mujeres asesinadas cada año por las violencias machistas. Ganaremos cuando desaparezcan las mezquinas estadísticas que dicen cada cuántos minutos una compañera sufre una agresión. Ganaremos cuando no sea preciso escudriñar para encontrar directivas en los consejos de administración de las grandes empresas, de las medianas empresas, de las pequeñas empresas. Habremos triunfado cuando en las fotos institucionales la diversidad conviva con las corbatas. Cuando en los callejeros los nombres femeninos no sean una rareza. Cuando no haya que medir los centímetros de las faldas, ni contar los pasos que quedan para llegar a tu portal por la noche, ni los kilómetros que separan a una gallega del lugar al que la envía la sanidad pública para someterse a un aborto terapéutico. Cuando no haya porcentajes que digan cuántas veces cobrará más un vecino que una vecina por el mismo trabajo. Cuando el odio no sume en las redes sociales.

Hasta entonces debemos seguir luchando y habrá que seguir contando. Y tendremos que enumerar y comunicar y recordar que el pasado año mataron a casi un centenar de madres, hermanas, hijas, amigas, compañeras. Que en el mundo, las mujeres ganan entre el 60 y 75% del salario de un hombre. Que en Galicia, para que una trabajadora obtenga el mismo sueldo que el compañero de al lado tiene que trabajar 71 días más al año.

Debemos seguir echando cuentas para reclamar un verdadero pacto de Estado contra las violencias machistas, que dote de fondos suficientes a los ayuntamientos como primera institución con capacidad para frenar una desigualdad estructural que necesita de políticas transversales. Porque trabajar por la equidad implica construir ciudades más accesibles, favorecer una movilidad pública, segura y conciliadora, apostar por políticas de vivienda que favorezcan a los colectivos con mayores dificultades para acceder a ella y fomentar la contratación femenina, también a través de los contratos públicos. Las ciudades somos la primera línea de defensa contra la desigualdad, pero debemos serlo con el apoyo, la colaboración y el trabajo de todas las instituciones públicas. Y no al revés. No pueden limitar nuestra capacidad de inversión cuando se trata de cuidar de la vida. Cuando se trata de las personas. Debemos seguir echando cuentas. Este 8 de marzo, festivo en A Coruña, huelga feminista, aún debemos despejar la diferencia. Sumar derechos para poder restar desigualdades. Todas juntas, sumamos.