Educación

“La igualdad es un trabajo de guerrilla cuando debería ser institucional”

Anna Flotats

Dice Marian Moreno que el sexismo es una adicción de transmisión social. Adicción porque es una autoherida. De transmisión social porque nos la inoculan en grandes y continuadas dosis desde que nacemos. Profesora de secundaria en un instituto de Gijón y experta en la formación del profesorado en coeducación, Moreno es de las pocas docentes en España que enseñan con perspectiva de género, es decir, transmitiendo igualdad en todo lo que dice y hace en el aula. Un aula en la que no tiene cabida el machismo ni el maltrato y en la que los alumnos empiezan a observar a su alrededor de manera crítica, siendo conscientes de la lente machista con la que miran el mundo sin apenas darse cuenta.

¿Cómo está hoy en día la educación en cuanto a igualdad?

Está ilegal. No cumplimos con las leyes que nos obligan a llevar la igualdad de manera sistemática y global a las aulas. Y como los alumnos tienen cada vez más focos de información (que es intoxicación, a veces) y más estímulos de todo tipo (videojuegos, redes sociales, medios de comunicación) reciben todos los mensajes sin filtro ninguno de género ni de igualdad. A no ser que tengan la suerte de pertenecer a una familia igualitaria, nadie les pone ese filtro.

“No cumplimos con las leyes que nos obligan a llevar la igualdad de manera sistemática y global a las aulas. No hay voluntad política”

¿Por qué nadie fiscaliza el cumplimiento de la Ley de Igualdad?

Porque no hay voluntad política, valió con tener las leyes. Lo que tenemos es un barniz de igualdad, un espejismo. Parece que todo está conseguido, pero las leyes hay que cumplirlas. Navarra es la única comunidad autónoma que va a hacer cumplir la ley y su plan de igualdad para la educación va a ser obligatorio. El resto de regiones tienen planes de igualdad voluntarios. Como no hay voluntad política, las autoridades educativas no ponen los medios para fiscalizar que se cumplan las leyes. A veces creo que no saben ni que existen estas leyes.

Como las leyes no se cumplen, ¿la igualdad en las aulas depende entonces de la voluntad del profesorado?

Claro. En cada centro hay dos o tres profesores (siendo optimistas) que quieren coeducar. Lo hacen porque vienen del activismo feminista o porque se han formado pero, como dice el refrán, esto no está agradecido ni pagado. No es que queramos que se nos agradezca, lo malo es que a veces lo único que recibimos son obstáculos.

“El machismo en las aulas se tendría que vetar con la misma contundencia con la que se prohibió fumar en los centros educativos”

¿En qué sentido?

Tienen más peso todos los machistas que pueda haber en un centro que tú educando en igualdad. Puedes ser un profesor o profesora de la escuela pública y ser absolutamente machista aunque la ley te obligue a educar en igualdad. Pero es que puedes ser un asesor o asesora de formación del profesorado y ser absolutamente machista. Pero es que puedes ser un inspector o inspectora de educación y ser absolutamente machista. Pero es que puedes ser un consejero o consejera de educación y ser absolutamente machista.

Ni siquiera los currículos escolares incluyen conocimientos de igualdad.

No. Sólo está incluida en el currículo oficial de Asturias, pero la mayoría de profesores se salta esos temas. Por ejemplo, en la asignatura de Literatura Universal de primero de bachillerato hay un tema sobre autoras del siglo XX significativas en la igualdad. Casi nadie lo da, lo deberemos de estar dando dos o tres docentes. Otro ejemplo: en Asturias nunca ha habido una lectura obligatoria de lengua castellana para la Selectividad que sea de una autora.

¿Ha influido en ello la eliminación de la asignatura de Educación para la Ciudadanía o también era un parche?

Era un parche, pero ha influido. Pero por lo menos aseguraba que el tema de la igualdad se daba sí o sí en los centros educativos. Ahora, en Andalucía, Galicia y Castilla-La Mancha hay asignaturas sobre género pero todas son optativas Todo es un ‘sí pero no’. La gente tiene miedo a la igualdad.

¿Por qué?

La gente machista no le tiene miedo al machismo. Va por la vida haciendo proselitismo de su machismo, luciéndolo. Sin embargo, la gente igualitaria en los centros educativos tiene miedo de ir con la igualdad por delante porque hay muchos ataques y porque te sientes muy sola. Yo, por ejemplo, estoy totalmente minusvalorada en mi centro. Estoy formada, tengo publicaciones, he hecho asignaturas para otras comunidades, pero ni siquiera formo parte del grupo de trabajo de igualdad de mi centro. No me quieren en la red de formación porque no están interesados en profundizar sobre el tema, sólo quieren barnices.

¿Qué papel juega la familia en la coeducación? ¿Los docentes remáis a veces a contracorriente?

Si algo tiene a favor el tema de la igualdad es que no importa de dónde te venga. Cuando de verdad miras con mirada de igualdad, no puedes dar marcha atrás, incluso aunque tu familia no se igualitaria. Las familias no tienen la obligación de ser igualitarias. El funcionariado, sin embargo, sí tiene la obligación de llevar las leyes de igualdad al aula. Incluso una familia machista puede aprender a mirar con otra mirada. Lo hemos hecho otras generaciones porque las gotas de igualdad siempre calan y siempre dan su fruto, vengan de donde vengas. Lo suyo es que no fueran gotas, sino lluvias.

“Antes de saber la palabra feminismo saben la palabra feminazi. Para hacer igualdad, primero hay que desmontar la desigualdad. Y la desigualdad no está desmontada”

¿Dónde se ven las desigualdades en los jóvenes?

En su ignorancia absoluta sobre el tema. No han reflexionado sobre cómo ser hombre y ser mujer en la vida. No han pensado sobre cómo nos tratamos o nos cuidamos. No han visto con ojo crítico las series de televisión, se creen todo lo que leen en internet. Internet es palabra de Dios para ellos. Las redes sociales es su manera de estar en el mundo y copian sin ningún sentido crítico. Cuando les pones delante el tema, reaccionan y te dicen “joder, no había pensado en esto”. En cuanto reaccionan, van cambiando la mirada. Desconocen lo que significa el feminismo. Antes de saber la palabra feminismo saben la palabra feminazi. Para hacer igualdad, primero hay que desmontar la desigualdad. Y la desigualdad no está desmontada.

¿Cómo se desmonta la desigualdad desde las aulas?

Depende de las edades. En la escuela de 0 a 3 años, el profesorado tiene que ser referente de igualdad y no estereotipar los cuidados ni los juguetes. En la escuela infantil de 3 a 6 años, todo tiene que ser para los dos sexos, desde los juguetes hasta las lecturas, no puede haber ningún cuento estereotipado y hay que aprender a cuidarnos. En Primaria, hay que aprender a conjugar un verbo que no existe en castellano: tenemos el verbo maltratar y, sin embargo, no tenemos el verbo bientratar. Eso dice mucho de esta sociedad. Hay que conjugar el verbo bientratar, hay que aprender buenos tratos en Primaria, que es donde empiezan los casos de acoso escolar. Y eso se hace desde actividades y lecturas, experiencias, reflexiones, con gente que les vaya a visitar para hablar de estas cosas, desde todas las materias. Se hace no permitiendo ningún maltrato de ningún tipo, ni verbal, ni psicológico, atendiendo a la diversidad y valorándola como riqueza. Y en Secundaria, la desigualdad se deconstruye a partir de la reflexión. Cuando los alumnos ven Mujeres, Hombres y Viceversa, que es una brutalidad de programa, no lo ven con filtro crítico, pero si tú lo llevas al aula y desmenuzas lo que están diciendo estos chicos y chicas en televisión, los alumnos lo ven y te dicen: “Ostras, profe, pues es verdad que esto es violencia, es verdad que esta chica parece una cosa en vez de una persona”. La clave está en poner ese filtro crítico.

¿Cómo se pone ese filtro en todas las materias educativas?

Por un lado, haciendo educación sexual en igualdad, luchando contra la LGTIfobia, valorando la diversidad sexual como riqueza y luchando explícitamente contra la violencia de género. La coeducación tiene una serie de pilares que no hay que saltarse y en todas las materias podemos atenderlos. El primero es decir ‘no’ al estereotipo de género y al machismo. ¿Cómo? Haciendo un uso no sexista del lenguaje, visibilizando a hombres y mujeres de manera igualitaria con el lenguaje. El segundo es visibilizar la labor de las mujeres en todas las materias: en matemáticas, en educación física, en la ciencia, en la tecnología, en el arte. Una parte del profesorado confunde la inexistencia con la ignorancia. Dicen que no hay mujeres en sus áreas de conocimiento porque las ignoran y eso es lo que no puede ser.

¿Qué consecuencias tiene esa ausencia de mujeres en los libros de texto?

La primera consecuencia (en las chicas) de no ver visibilizados los aportes de las mujeres es que no piensan que ellas pueden hacer algo. No tienen referentes. Tú no puedes elegir ser lo que desconoces. ¿Cómo voy a elegir ser priomatóloga si desconozco que se puede ser primatóloga porque no sé quiénes son Dian Fossey o Jane Goodall? ¿Cómo puedo plantearme que quiero ser astronauta si los únicos austronautas que conozco son hombres? Entiendo que no es un trabajo para las mujeres porque nadie me habló de Valentina Tereshkova. Ese desconocimiento les cierra puertas para su futuro y se ve en las matrículas de grados técnicos, tecnológicos o científicos. Las mujeres de hoy en día somos sólo los referentes que tuvimos: maestras, enfermeras, médicas. Mi generación es la clara imagen de cómo se nos dijo que teníamos que ser independientes económicamente, pero nuestro catálogo estaba capado. Teníamos cuatro cosas que ser y ahora estamos enseñándoles el mismo catálogo.

¿Cómo afecta eso a los chicos?

Como no hay mujeres que hayan dicho nada importante, la lógica perversa les lleva a pensar que las mujeres no han hecho nada importante. Luego, nada de lo que hacen las mujeres es importante. Como sólo los hombres salen en los libros de texto, sólo los hombres hacen cosas importantes. Luego, lo que hacemos los hombres es más importante que lo que hacen las mujeres. Esa es la base de la violencia de género. Por eso es tan importante trabajar también las masculinidades igualitarias y luchar contra la masculinidad hegemónica, que es la que quiere el patriarcado. Esa masculinidad de violencia, de poder, de cantidad frente a calidad… Eso cabe en todas las asignaturas, pero para hacerlo el profesorado tiene que formarse porque nadie forma en igualdad en la universidad.

¿Ahora tampoco?

Ahora tampoco. Sólo si tienes suerte de dar con un profesor que dé nociones o si haces un máster o un posgrado. Pero volvemos a lo voluntario. Nada es obligatorio cuando hablamos de igualdad.

¿Cree que todo el mundo es capaz de educar en igualdad?

No, en absoluto. Y el motivo es la falta de formación. Cuando llevas la igualdad dentro, transmites igualdad. Si yo estoy dando a Quevedo, tendré que decir que tiene los poemas de amor más bonitos del mundo en sus sonetos cuando habla del amor abstracto. Pero tendré que decir también que cuando hace poesía cómica, se ve claramente que era un insatisfecho sexual porque llega a decir que las mujeres sólo son buenas cuando están en la sepultura. Y cuando explico el Quijote, como puedo elegir qué partes leemos, escojo el capítulo de la Pastora Marcela, que es un personaje feminista.

Con leyes que no se cumplen, dejando la igualdad en el limbo de lo voluntario, sin mujeres en los libros de texto y con profesores que no están formados, ¿por qué todas las instituciones públicas repiten que la educación es la clave para lograr la igualdad?

Porque es un mantra. Es una oración al aire, vacía. No se invierten recursos ni dinero. Se habla de la educación como si fuera algo abstracto y nunca con un enfoque autocrítico.

¿Qué tiene que pasar entonces para que esto cambie?

Tienen que cambiar las autoridades educativas. Que no sean mentirosas, que no hablen de la educación en abstracto y que no digan que ya hacen cosas porque es mentira mientras la igualdad en los centros sea algo voluntario. Quienes trabajamos en las aulas somos funcionariado, estamos obligados a obedecer y bien que lo hacemos con otros temas: cuando se decidió que era obligatorio hacerlo todo por internet (desde los concursos de traslado a las faltas de asistencia del alumnado), bien que nos obligaron y hoy nadie se plantea realizar estos trámites a mano porque no se puede. Mira que rápido se acabó fumar en los centros educativos. ¿Y cómo fue? Llegó una orden ministerial y desde entonces nadie fuma dentro del colegio. Pues que venga una orden ministerial que diga, con la misma contundencia, que a partir de hoy no hay machismo en los centros.

¿Ha habido avances?

Sí. Pero muy relativos. Alguna asignatura, algún plan para la educación… Pero voluntarios y de los que no se hace una evaluación para ver si funcionan. La igualdad es un trabajo de guerrillas cuando debería ser institucional.

¿Cómo se imagina el futuro?

Soy optimista y tengo esperanza porque es un tema que nos va a explotar en la cara pero será a base de tragedias, de niñas de dos años degolladas por su padre, de mujeres asesinadas, a prácticamente 70 por año. Llegará un momento en que esto será insostenible y entonces la clase política tendrá que decir “se acabó, vamos a trabajar en serio, pongamos encima de la mesa el Pacto contra la Violencia de Género pero con dinero y recursos, que no sea papel mojado”.

Si tuviera que cambiar una ley o un aspecto concreto de una ley para conseguir un futuro más igualitario, ¿qué haría?

Primero, tiraría la LOMCE a la basura. Y luego, crearía la Ley Orgánica de Igualdad en la Educación. Orgánica, de obligado cumplimiento en toda España, con inspección… la LOIE. No suena mal. Si me lo piden, mañana mismo empiezo a escribirla.