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Con la vista puesta en el 11 de mayo, Francia prepara su desescalada. Gradual y reversible, por territorios que se marcarán en verde o en rojo, en función de los nuevos contagios, la disponibilidad de UCI y de test. Para ese día el Gobierno prevé estar realizando 700.000 PCR a la semana. El desbloqueo comienza con la apertura de las escuelas infantiles y primarias, bibliotecas y pequeños museos y se añaden todos los comercios. También se podrá salir de casa y los desplazamientos desde la residencia habitual no podrán superar los 100 kilómetros. Las reuniones se limitan a 10 personas. Obligatorio el uso de la mascarilla en el transporte público y para los profesores en las aulas. El 18 de mayo se incorporan los cursos de secundaria, y los de bachillerato tendrán que esperar hasta junio cuando se plante también si los bares y restaurantes reabren de nuevo. En Italia, el desconfinamiento llega unos días antes y es algo diferente, porque aquí no se plantean abrir los colegios. Será también por fases, a partir de el 4 de mayo se permite la visita a familiares y amigos dentro de la región, los parques volverán a abrir y el deporte se podrá hacer al aire libre. Vuelta al trabajo de la industria y la construcción. El 18 de mayo, le toca el turno al pequeño   comercio, los museos y las bibliotecas. A los que se unirán los bares y peluquerías el 1 de junio. Fuera de Europa, Estados Unidos se desentiende de un plan estructurado. Siendo cada Estado el que decida cuando y cómo será la reapertura. Que ya ha comenzado en algunos en contra de la opinión de los expertos. Aquí las cifras de muertos supera ya en dos meses al número de estadounidenses fallecidos en los cerca de 19 años que duró la guerra de Vietnam. Cuando los contagios sobrepasan el millón, Donald Trump se plantea hacer test en los vuelos internacionales procedentes de zonas calientes, al mismo tiempo que quiere reabrir las procesadoras de carne, sin tener en cuenta el foco de infección que suponen para el país.