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2012 ha sido un año de grandes exposiciones. La mayor muestra del neoyorquino Edward Hopper en Europa se vio en el madrileño museo Thyssen. A la obra del pintor que supo reflejar como nadie la melancolía y los silencios de la América de la Gran Depresión, le sucedió Gauguin y sus exotismos, crónica visual del viraje que artistas de la talla de Matisse, Kandinsky, Klee o Macke iniciaron a otros mundos supuestamente más auténticos, lo que dio lugar a un nuevo canon exótico que sirvió de inspiración para los lenguajes de la modernidad de las primeras décadas del siglo XX.
Otra de las muestras del año ha sido El último Rafael, una de las exposiciones más importantes dedicadas al artista y su taller, y la primera centrada en sus años finales. Un recorrido cronológico que repasa la actividad del maestro, desde el inicio del pontificado de León X (1513) hasta su muerte en 1520.
