Vivía en su pequeño piso de la plaza de los Reyes Magos, en el madrileño distrito de Retiro, desde hacía muchísimos años. Casi desde que dejó la clandestinidad. Y en ese domicilio murió el 18 de septiembre don Santiago, animal político y analista imprescindible de la historia del país de los últimos cien años, memoria viva del siglo XX, corazón de la izquierda, eslabón clave de la Transición, figura irrepetible.